COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
NUNCA LOS PARTIDOS DE OPOSICIÓN HABÍAN
PADECIDO MALOS DIRIGENTES, COMO AHORA
Los partidos, como lo saben hasta los menos instruidos, son imprescindibles en los sistemas democráticos y son fundamentales para restablecerla donde ha sido destruida por dictaduras, de esto el mejor ejemplo es Chile, pero también Argentina y Uruguay. Y la calidad misma de la democracia depende de las organizaciones políticas en el poder y en la oposición, porque de ellos le dan forma y fondo de la lucha por los gobiernos.
No obstante, un partido no puede ser eficaz, democrático y relevante con malos dirigentes, que no llegan a ser verdaderos líderes. Son más bien representantes burocratizados y, en no pocas ocasiones, vivales profesionales, como lo presenciamos en estos momentos en el sistema de partidos mexicanos, en un momento trascendente para el futuro del país y para la democracia. La historia electoral mexicana registra pocas etapas decisorias para la población como la actual.
Las condiciones políticas, electorales, sociales e institucionales demandan partidos de alta calidad, con liderazgos eficaces en materia de organización, con sólida formación ideológica e interesados en alcanzar o conservar el poder para resolver los problemas de la población, no vividores de la política y sin credibilidad o, peor aún, desprestigiados y con evidencias de corrupción, farsantes e interesados ni siquiera en las conveniencias de sus organizaciones políticas, sino en sus beneficios personales o, a lo más, de grupo.
Desde esta perspectiva, no hay bases para el optimismo en el caso de los dirigentes de los partidos opositores, a quienes nos limitaremos a examinar por ahora. Ninguno de los tres partidos de la alianza “Fuerza y corazón por México” (nombre por demás cursi) tiene los dirigentes que necesita para tratar de derrotar al partido en el poder (PT Y PVEM también son parasitarios). No puede llamárseles líderes, porque no tienen liderazgo político real, aunque formalmente lo sean.
El peor dirigete es el del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, un hombre que cuando joven aceptó en su natal Campeche una plaza de docente de medio tiempo, porque le urgían ingresos para medio comer, y ahora es multimillonario, con mansiones de decenas de millones de pesos, centenares de hectárea de tierras ubicadas donde su plusvalía seguirá creciendo año con año. Lo que ha ganado como gobernador y otros cargos de elección popular y administrativos no le alcanza para comprar una sola de sus residencias, donde vive en la capital del Estado que gobernó.
Tiene denuncias penales, precisamente, por enriquecimiento ilícito, y nunca a dado a conocer cómo le hizo para obtener dinero lícito para comprar esas propiedades. La única justificación que esgrime es que se trata de una persecución política, por criticar al presidente Andrés Manuel López Obrador y para debilitar al PRI, cuando él es quien lo condujo a la irrelevancia y su mal dirigencia a quien más le conviene, precisamente, es a la organización política gobernante.
Otro mal dirigentes Jesús Zambrano Grijalva, quien a su papel de enterrador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) agrega su traición a las causas que apoyaba en su juventud. El político fue un idealista y luchó con las armas en las manos en una organización guerrillera para derrocar al PRI. Fue herido en balacera, encarcelado y torturado. Más tarde fue amnistiado y renunció a la vía violenta para luchar por la democracia del país.
Se volvió cacique en el PRD y sus esfuerzos estuvieron dirigidos a imponer candidatos y dirigentes del partido del sol azteca. Derivó a posiciones de derecha y ahora, sin el menor rubor, ni pudor, busca votos para la candidata presidencial del PAN y del PRI y es furibundo crítico de Morena, del presidente Andrés Manuel López Obrador y de la cuarta transformación. Su única aspiración es que los dos principales partidos opositores le ayuden a conservar el registro electoral y las prerrogativas del INE y de los organismos comiciales de los estados. Se desprestigió y transfirió ese desprestigio al perredismo. Los críticos más despiadados de Zambrano aseveran que se prostituyó.
Marko Cortés nunca fue un líder. Es un político insignificante, que aprovechó circunstancias para encumbrarse al interior del PAN. En honor a la verdad, no tiene los negros antecedentes de sus amigos Moreno y Zambrano, aunque comparte con ellos su subordinación a Claudio X. González. Le propinó un golpe demoledor a la alianza electoral de la que forma parte, al imponerle al PRI en Coahuila un conveio en el que se repartían en los espacios de poder.
Lo más grave para la causa opositora es que en ese contrato incluyeron la titularidad de órganos con autonomía constitucional y un cargo de ministros del Poder Judicial de ese Estado; es decir, violó la autonomía constitucional de entidades públicas y la división de poderes, cuya defensa a escala nacional son las principales banderas de la oposición. Hizo aparecer como farsantes a toda la coalición “Fuerza y corazón por México”. Es tan mal representante del panismo que hasta un político tan descalificado como el expresidente Felipe Calderón Hinojosa lo critica con rudeza.
