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El Papel de los Medios en las Elecciones 2024 – Maximiliano Castillo

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Los grandes medios nacionales no velan por los intereses de los lectores, sino por sus negocios particulares. Foto: Archivo

EL PAPEL DE LOS MEDIOS INFORMATIVOS IMPRESOS,

RADIO Y TV EN LOS PROCESOS COMICIALES 2024

MAXIMILIANO CASTILLO R.

Los grandes medios informativos, con las excepciones temporales de la regla, siempre estuvieron al servicio y se beneficiaron del poder público. No privilegiaron los intereses de sus lectores, televidentes o radioescuchas, y mucho menos les irritó la corrupción, la ineptitud y el abandono del pueblo por parte de las autoridades.

Sus actividades informativas y analíticas tuvieron como destinatarias al poder público. Halagarlo era el gran negocio, en un tiempo en el que ese poder no necesitaba de que lo defendiera lo que genéricamente se conocía como “prensa”, aunque gustoso le pagaba para someter a los propietarios de ese poder mediático.

El pago incluía la obligación de “satanizar” a la oposición, en general y a determinados opositores, en particular, además del ocultamiento de la verdad, de lo que el mejor ejemplo fue la matanza de jóvenes estudiantes el 2 de octubre de 1968 y la “guerra sucia” que siguió contra quienes optaron por la lucha por la vía armada; sobre todo, contra las guerrillas rurales de Genero Vázquez Rojas, de Lucio Cabañas, en Guerrero, y de la “Liga Comunista 23 de Septiembre” en las ciudades.

En la lucha política-electoral los grandes medios informativos asumieron la misma posición favorable a los gobiernos surgidos del PRI, que hasta el 1999, luego de 1988, no corría peligro de perder. En el 2000 el tricolor fue derrotado por primera vez en una elección presidencial, pero lo medios informativos no fueron determinantes en el fracaso de Francisco Labastida Ochoa, sino las aspiraciones democráticas de la mayoría de los votantes.

En el sexenio de Vicente Fox Quedada los medios informativos cambiaron radicalmente. Se fortalecieron con el apoyo del guanajuatense, diversificaron las ramas de sus negocios y la específica del periodismo la convirtieron en instrumento para el tráfico de influencia y para enriquecerse en forma desmesurada, ya no por el cobro de publicidad, sino por los contratos leoninos de compra y alquiler de bienes y servicios y para obras públicas con sobreprecios y falta de control de calidad.

Para empezar, se hizo realidad lo de la prensa como el cuarto poder, que s partir de ese mismo sexenio foxista se convirtió en el primer poder fáctico, con fuerza para someter y poner a su servicio a los propios presidentes de la República, a los poderes Legislativo y Federal y al PRI.

Su estrategia consistió en arraigar la idea de que ningún partido y candidato podía triunfar sin su apoyo y, menos, con los medios informativos en contra, lo que fortalecieron al respaldar el fraude que llevó a Felipe Calderón a la presidencia. Fueron determinantes en 2006, previa difusión de que el opositor Andrés Manuel López Obrador” era un “peligro para México”, lo que con variantes repitieron en 2012, pero ese año agotaron su capacidad de manipulación electoral.

Perdieron credibilidad y sin crédito ciudadano la campaña contra el tabasqueño y el respaldo al candidato del PRI de nada sirvieron en 2018. No pudieron evitar la victoria de Morena en la elección presidencial, ni en las legislativas federales de ese año, ni en la de diputados federales del 2021, ni en las por 23 gubernaturas.

Con su 28 por ciento de credibilidad, según las encuestas que los propios medios publican, no pueden influir en la voluntad de los electores ajenos a ese porcentaje, como para hacer triunfar a Xóchitl Gálvez. Los medios informativos llamados “convencionales” sólo convencen a los convencidos adversarios del presidente López Obrador, de Morena y de la cuarta transformación. En ese segmento sus periodistas son ídolos, pero ese será su peso en las contiendas comiciales de este año. No influirán decisivamente en el resto de los votantes.           

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