URGE MADUREZ EN LUCHA POR
PRESIDENCIA: NO A VIOLENCIA
DEBEN ACTORES ABANDONAR LA CALUMNIA Y NO
GENERAR ODIOS Y MIEDOS; EN 1994 FUE TRÁGICO
El sábado anterior se cumplieron 30 años de la ejecución en campaña electoral del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, acto atroz atribuido por muchos analistas a las pugnas al interior del grupo en el poder y a la ambición descomunal del presidente de ese momento, Carlos Salinas de Gortari, por convertirse en el poder tras el trono, con ansias de una posterior relección, previa reforma constitucional, factible por la mayoría legislativa del PRI y los votos del PAN, ya entonces en todo coincidentes.
Hace tres décadas estalló en enero la rebelión zapatista en Chiapas, que desnudó el mundo de injusticia, miseria y opresión de los grupos originarios de esa entidad, pero común en todo México, por lo cual las causas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) obtuvieron un amplio respaldo social, comprensión y manifestaciones de apoyo en la República y el extranjero.
Las campañas electorales de los candidatos presidenciales opositores eran civilizadas, con las críticas severas al gobierno y partido en el poder, pero sin incurrir en “guerra sucia”, que en esos tiempos no las promovía la oposición, sino el poder público en manos del PRI.
En la actualidad la campaña electoral de Xóchitl Gálvez, candidata del PRI, PAN y PRD, se basa en mentiras y calumnias, como esa de que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum tiene vínculos con narcotraficantes.
No presenta una sola prueba, pero en forma irresponsable insiste en su mentira, lo cual hace creíble la versión de la existencia de vínculo de la alianza “Fuerza y corazón por México” con los intereses económicos desplazados de los mecanismos corruptos de saqueo de bienes públicos y de venta de bienes y servicios y contratos de obras públicas con excesivos sobreprecios, quienes financiaron la campaña del #narcopresidenteAMLO, y buscan recuperar sus privilegios.
Una candidata opositora o candidato opositor, sea presidencial, para gubernatura o alcaldía, siempre criticará al partido en el poder y no le reconocerá aciertos, y es entendible, porque se trata de convencer a los votantes de que se es adversario o adversaria del oficialismo.
Material para ello siempre abundará, porque las autoridades, aun las más eficaces y honestas tienen fallas y es válido que quienes aspiran a relevarlas las aprovechen, pero es irresponsable recurrir sistemáticamente a la calumnia, a la mentira, a la ofensa, porque eso genera odio y de ahí al riesgo de violencia física hay un trecho muy corto, lo cual no debe olvidarse en la actual campaña.
Debe desandarse el camino de la confrontación basada en invenciones. La ambición de poder no deben generarse condiciones para la desunión y discordia, y mucho menos para casos como el trágico de hace 30 años en Tijuana. Sólo los vulgares enfermos de ansias de poder siguen la enseñanza maquiavélica de que el fin justifica los medios. Mal podría gobernar, en caso de ganar, alguien sin ética y sin honestidad intelectual.