*Felipe Calderón también aportó lo suyo para perjudicar a los mexicanos jubilados.
De la redacción
Con justicia, los segmentos de la población mexicana mejor informados consideran a Ernesto Zedillo Ponce de León el mayor traidor de los intereses de los asalariados de la historia. Privatizar el sistema de pensiones, suprimir el sistema solidario y crear el de cuentas individuales, como hizo el priísta, tendría como resultado a partir del 2027 pensiones de miseria para los jubilados a partir de ese año, equivalentes al 27.4 por ciento del último salario como trabajadores activos.
En estos momentos la decisión de Zedillo tiene como víctimas a cerca de 22 millones de asalariados de la iniciativa privada, quienes son regidos por la reforma que el entonces gobernante impulso, pero su número subirá año con año. Por eso comienza a juzgársele por su cruel e inhumana determinación contra el universo de asalariados.
Y tal vez porque el universo de afectados por Zedillo es descomunal, el otro gran fracaso en sistema pensionario que se olvida es el creado por Felipe Calderón Hinojosa en el 2007 contra los servidores públicos federales, que después se extendió a los sistemas de seguridad social de las entidades federativas: lo privatizó y dejó en manos de la iniciativa privada, pero su decisión está en el olvido.
Felipe Calderón no quiso quedarse abajo de Zedillo en en este tema, y reformó la legislación de seguridad social de los empleados de los y funcionarios de los tres poderes federales, en perjuicio de 2.3 millones de quienes también se jubilarán con montos inferiores al 60 por ciento de su último salario.
El Poder Ejecutivo acudirá igualmente a una reforma para evitar daños a los ingresos de los servidores públicos cuando llegue el momento de jubilarse con la reforma calderonista del 2007. Y también como en el caso de los asalariados de la iniciativa privada, ninguno de los sindicatos de la Federación de Trabajadores al Servicio del Estado (FTSE), ni sus líderes, ni sus diputados federales, ni sus senadores se opusieron al cambio al sistema pensionario.
Felipe Calderón Hinojosa fue más allá que Zedillo en su traición a la burocracia federal: su reforma estableció que las cuentas inactivas no reclamadas en 10 años, ya no se devolverían a sus propietarios; es decir, prescribiría el derecho de los dueños a recuperarlas. En el caso de la reforma laboral de Zedillo estas cuentas debían pasar al IMSS y no se perdía el derecho de los trabajadores inactivos a exigir su entrega al Seguro Social.
No obstante, Calderón Hinojosa no es criticado como Zedillo, a pesar de que hizo lo mismo y hasta peor, pero en perjuicio de los servidores púbicos del gobierno federal, órganos con autonomía constitucional y organismo auxiliares.