La oposición necesariamente debe criticar al partido en el poder y a su gobierno. No hacerlo se trataría de una oposición simulada, comprada y farsante. De eso no hay dudas, pero lo que no debe hacer es mentir y mentir, al grado de creerse en sus mentiras y pensar que toda la población toma por ciertas las falsedades; es decir, cae en el autoengaño al confundir sus deseos con la realidad. Estas posiciones y estrategia tienen resultados contraproducentes para una causa.
En la campaña electoral de Xóchitl Gálvez no están cumpliendo el papel responsable que debe cumplir la oposición: la de denunciar, pero documentar sus denuncias. Todo gobierno, aun el que más se acerque al ideal de lo que debe ser una autoridad del nivel que sea, tiene deficiencias, insuficiencias y otras fallas, por lo que en este caso la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador debe tener errores y mal desempeño en algunas áreas o en áreas específicas de esas áreas generales.
No obstante, la búsqueda del voto de la abanderada de la coalición “Fuerza y corazón por México” no investiga y busca pruebas para fundamentar las críticas a las fallas, porque se le hace más fácil inventar y mentir, para convencer al electorado de algo que no existe. La candidata presidencial del PAN, PRI y PRD denuncia que el país se está cayendo a pedazos y que la economía está mal, además de que los mexicanos ya están hartos de Morena y de la cuarta transformación.
Las encuestas le otorgan una gran popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, y los ejercicios demoscópicos, publicados en los diarios opositores al mandatario, arrojan como resultado en intención del voto más de 20 puntos de ventaja a la candidata presidencial morenista Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez, lo que prueba que las afirmaciones de que estamos ante un pueblo harto, no es real. Equivocarse en el análisis de la realidad en la lucha por el poder se paga caro.
La dicharachera abanderada de la oposición también habla de las actuales malas condiciones de la economía, cuando el año pasado el crecimiento del PIB fue cercano al 3.5 por ciento, las reservas internacionales son las más altas de la historia, la inflación anda por el 5 por ciento, los empleos formales igualmente impusieron record.
Los salarios mínimos generales pasaron de 88 pesos diarios en el último año del sexenio de Enrique Peña Nieto a los casi 250 pesos este año, 5 millones de mexicanos dejaron la pobreza y los programas sociales atenúan los problemas económicos de 25 millones de las 35 millones de familias que hay en el país.
Esas familias beneficiadas, o cuando menos una abrumadora mayoría, no comparten la visión catastrofistas que exhibe todos los días la oposición en su campaña electoral, lo que explica la falta de crecimiento del apoyo popular a la abanderada del PRI, PAN y PRD, a pesar del apoyo absoluto de los medios informativos y periodistas igualmente opositores. Nunca se triunfa sobre la realidad, ni se puede engañar a cerca de cien millones de votantes.
No debe olvidarse que un candidato o candidata que miente en forma sistemática no es el mejor perfil para gobernar. El problema para la oposición y la ultraderecha empresarial que la patrocina es que el tiempo para convencer a los electores de brindar su apoyo se agotó, y bien poco pueden hacer de aquí al próximo día 29; es decir, no lograrán en pocos días lo que no pudieron conseguir con campañas de mentiras durante 5 años y 5 meses.