El perdón fiscal fue exclusivamente para amigos o cómplices de los presidentes, y nunca se aplicó a los trabajadores mexicanos
Macario Lozano Ramírez
Los presidentes Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto ejercieron sus facultades constitucionales de perdonar impuestos sobre ganancias, pero sólo en beneficios de grandes corporaciones empresariales, propiedad de amigos o cómplices; es decir, a un grupo reducido de empresarios o traficantes de influencia que se enriquecieron por sus vínculos con el gobierno a partir del inicio cada sexenio.
Los más favorecidos con el perdón fiscal fueron 158 corporativos. Para tener una idea de lo que esto representan, el padrón de contribuyentes supera los 70 millones, de los cuales más de 22 millones son trabajadores de la iniciativa; unos 5 millones, de los gobiernos estatales, municipales, órganos autónomos y organismos auxiliares de los estados, más profesionales que laboran por su cuenta y grandes, medios, pequeños y microempresarios.
Muy pocos de los grandes empresarios, considerados grandes empresarios, que son aproximadamente 7 mil, recibieron el perdón fiscal sobre sus utilidades, y peor les fue a los asalariados: ninguno fue beneficiado con dicho perdón, con la agravante de que a las empresas Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto les perdonaron impuestos sobre sus utilidades, no sobre sus ingresos, mientras a los trabajadores dependientes de un patrón en los sectores privado y público les cobran el gravamen sobre sus ingresos totales.
Vicente Fox Quesada le perdonó a los Vázquez Aldir miles de millones de pesos de impuestos que tenía pendiente la Cooperativa “Excelsior”. Esa excepción del pago de gravamen fue comprometida antes de que se hiciera la operación de compraventa de los bienes de esa organización de trabajadores, incluido el cabezal del diario que cuando lo dirigió Julio Scherer llegó a ser de los mejores en español, del mundo.
Los grandes edificios de la Cooperativa, ubicados en calles como la Paseo de la Reforma, en el corazón de la capital del país, más otros activos estaban valuados en 10 mil millones de pesos, pero los miles de millones de pesos adeudados a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) no era atractivo comprarla para los inversionistas. Los ahora dueños de Imagen Noticias, el diario “Excelsior”, hospitales y penales que rentan al gobierno federal, consiguieron que Fox Quesada le perdonaran el pago de impuestos, multas y recargos, lo que les permitió pagar menos de 600 millones de pesos.
Como presidente de la República, Enrique Peña Nieto fue más generoso con un corporativo mediático: Televisa. Le perdonó 16 mil 446 millones de pesos por impuestos sobre ganancias, pero a las decenas de millones de asalariados de los sectores privado y público no les perdonó un sólo peso. El presidente Andrés Manuel López Obrador reformó la Constitución para prohibir el perdón fiscal, lo cual molestó mucho a los grandes empresarios, comenzando los del poder fáctico mediático, y ello explica los ataques en su contra durante el sexenio.
No debe confundirse el perdón fiscal con la devolución de impuestos, que consiste en la acreditación de los causantes de que pagaron más impuestos de lo que debían cubrir, así hayan inflado sus gastos con el uso de facturas apócrifas por pagos de servicios o compras de bienes no efectuadas. Esto permanece, pero es distinto a lo que se conocía como perdón fiscal.
Tampoco era lo que se conocía como régimen de consolidación fiscal, que consistía en que los pagos de impuestos podían diferirse hasta por 5 años, y permitía que se tomarán en cuenta las pérdidas de empresas del mismo dueño, para que las que ganaban redujeran o no pagaran impuestos, lo que propició la proliferación de empresas con existen legal, pero “fantasmas” en la práctica, que siempre perdían y ese saldo rojo se tomaba en cuenta para disminuir la carga fiscal o de plano elinarla en los casos de las empresas del mismo dueño y que operaban con ganancias.