*Otro ejemplo más del podrido sistema de justicia en el país.
De la redacción
Sería sólo una espeluznante anécdota más, si no se tratara de un hecho en el cual se está perjudicando el segundo derecho humanos más importante: el de la libertad. En el penal Neza Bordo está recluido un hombre, purgando una larga sentencia condenatoria, por un homicidio que no ocurrió, y está probada su inocencia.
Casi todos los delincuentes al momento de su captura y de sus declaraciones ministeriales y judiciales se declaran inocentes. Y el reo del caso hizo lo mismo, pero de acuerdo con lo que ayer se difundió en la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, es ajeno por completo del delito del cual se le acusa.
La muerte violenta intencional no ocurrió; es decir, no hubo delito, porque la supuesta víctima no es tal. No está muerta, ni por homicidio, ni por accidente, ni por enfermedad. Está viva y acudió a declarar en esa condición. Ya rindió testimonio en ese sentido, pero el oficialmente victimario lleva más de 3 años en esa cárcel del municipio de Nezahualcóyotl.
El testimonio del presunto asesinado, que por el solo hecho de presentarse el juez de la causa debió desvaneció los cargos, y liberar al detenido, no lo hizo, porque desde el punto de vista de la legislación penal, el preso fue econtrado culpable, sentenciado a muchos años de prisión y se trata de un caso cerrado.
Ahora los familiares del homicida oficial deben gestionar para que el caso se reabra y el Poder Judicial mexiquense proceda y haga justicia, pero no ha actuado con celeridad, aunque ahora, al ventilarse el caso en ese importante foro que es el ejercicio presidencial diario de informar, las autoridades del Tribunal Superior de Justicia mexiquense tomarán cartas en el asunto, que sería una simple anécdota, si no estuviera de por medio la libertad del hombre (cuya identidad no se difundió), la angustia de la familia, la privación de ingresos para su esposa e hijos, porque era el único sostén económico.
