COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
LAS DERROTAS NO TIENEN PADRE, NI MADRE: EL
CASO DEL PRI MEXIQUENSE, GOBERNANTE 94 AÑOS
El PAN y el PRD nunca han gobernado el Estado de México. Desde que inició la etapa postrevolucionaria nadie más condujo los destinos del Estado de México sino el PNR, PRM y PRI; es decir, la misma organización política fundada desde el poder, no para conquistarlo, sino para administrarlo, porque tampoco necesitaba defenderlo, ni en el Estado, ni en el país, pues nunca enfrentó riesgos serios de perderlo hasta 1988, cuando sufrió el mayor desprendimiento de cuadros valiosos, como nunca se había visto.
Por su parte, el PAN, creado en 1939; y el PRD, constituido en 1989, siempre fueron opositores en desventaja en el Estado de México: Abandonaron esa posición en 2021, y no por haber conquistado la gubernatura, sino por aliarse al PRI, entonces todavía gobernante en la entidad. Implícita y expresamente se declararon aliados del tricolor, y así contendieron en las elecciones federales y locales de ese año, con buenos resultados.
Todo cambió en 2023, cuando perdieron la titularidad del Poder Ejecutivo del Estado, en realidad estaba en manos sólo del PRI y sin participación de sus aliados. Ya sin el control del Ejecutivo estatal, este mes les fue muy mal y, como ocurre siempre, si los triunfos tienen muchos padres y madres, las derrotas son huérfanas. De 85 diputaciones federales y locales en disputa, el PRI, PAN y PRD sólo ganaron una de las primeras y 5 de las segundas; es decir, fueron derrotados en 79 de esas contiendas.
No les fue mejor en las elecciones de ayuntamientos, perdieron 88 frente a la coalición “Sigamos haciendo historia”, más las que fue derrotado por Movimiento Ciudadano. Fueron los peores resultados comiciales en suelo mexiquense, por el alto número de fracasos, y eso que el año pasado el PRI perdió la gubernatura, y sucedió lo que parecía imposible todavía en 2011: se convirtió en opositor, para sumarse a sus dos aliados, los antes adversarios ideológicos.
Más de 10 días después de sus numerosas derrotas, los partidos PRI, PAN y PRD guardan absoluto silencio. Nadie se hace cargo de esos fracasos. Como si perder municipios que tenía en su poder, como Toluca, Naucalpan, Tlalnepantla y Cuautitlán Izcalli fuera un problema menor y no reflejara la falta de apoyo popular de los tres partidos opositores.
No debe perderse de vista que Morena y sus aliados minoritarios derrotaron a la coalición opositora en esos importantes municipios, y estas derrotas no sólo fueron cuantitativas, sino cualitativas; es decir, no sólo fue el gran número de cabildos ganado por el partido en el poder, sino también el peso demográfico, presupuestal, político y electoral de esas demarcaciones.
Cuadros del PRI y del PAN consultados por este medio informativo consideran que debe replantearse si tiene caso continuar la alianza, dados los malos resultados. Los priistas piensan que fueron derrotados porque sus militantes no votaron a favor de los candidatos de matriz panista, mientras los panistas sostienen que sus afiliados tampoco respaldaron a los candidatos del tricolor. Lo que ni unos, ni otras aceptan es que la alianza haya perdido por sus partidos y candidatos.
Coinciden, eso sí, en que el PRD fue exitoso, porque le importaba sobre todas las coas alcanzar el tres por ciento de la votación en las contiendas legislativas locales, para poder gestionar su registro como organización política de alcance estatal, por si perdía el reconocimiento a escala nacional, para lo cual sólo será necesario un trámite sencillo y rápido. El perredismo mexiquense tenía como objetivo principal en el Estado no desaparecer y tener derecho a prerrogativas y cargos de representación proporcional.
Sus magros resultados en términos de cargos de elección popular de mayoría no le preocupan, porque tendrá asegurado los fondos públicos, puestos plurinominales y el registro para los próximos tres años, porque antes no se efectuarán elecciones locales en el Estado de México. Las próximas contiendas serán de cabildos y de diputados locales. Mientras tanto, ni el PRI, ni el PAN asumen las culpas del desastre comicial en tierras mexiquenses.