*No percibieron PRI, PAN y PRD que los votantes no les creían sus falsedades.
De la redacción
El proceso para elegir presidenta de la Republica estuvo dominado por la mentira, como un elemento central de los asesores de la campaña de Xóchitl Gálvez, candidata de la ultraderecha empresarial y sus brazos electorales. Centraron en ella su estrategia para reconquistar la titularidad del Poder Ejecutivo Federal.
Periodistas locales experimentados; es decir, que llevan tres o más décadas en el oficio, aseveran que nunca la oposición había recurrido a tantas y hasta absurdas mentiras como argumentos para desprestigiar al adversario, como ocurrió en el proceso en cuestión, ahora en fase de calificación.
Comentaron a “El Espectador” que antes la oposición no era objeto de atención por parte de la organización política en el poder, porque carecía de posibilidades de ganar, pero ese desinterés terminó en 1988, con la campaña electoral de Cuauhtémoc Cárdenas, quien le disputó la Presidencia desde una posición débil a Carlos Salinas de Gortari.
Antes, recordaron, las campañas de linchamiento mediático tenían como blanco a opositores y luchadores sociales radicales, como fue el caso de Rubén Jaramillo, en la década de los sesenta y de los jefes guerrilleros rurales Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos, en la de los setenta.
Después de 1988, casi todos los medios informativos, pagados por el gobierno federal se ensañaron, calumniaron y recurrieron a bajezas contra el mismo Cárdenas en los procesos electorales para la presidencia de la República de 1994 y 2000; y se siguieron contra Andrés Manuel López Obrador en el 2006, 2012 y el 2018.
En esta última contienda las mentiras y campañas mediáticas de difamación, de desprestigio no tuvieron éxito. El tabasqueño triunfó en forma arrolladora contra sus adversarios José Antonio Meade, del PRI; y Ricardo Anaya, del PAN y el PRD. Éste último ya había desertado de la izquierda e iniciaba su proceso de extinción.
Ese proceso para elegir presidente de la República de 2018 fue el último en el que casi todos los medios se dedicaron a calumniar y desprestigiar a la oposición, porque en el del 2024 cambiaron radicalmente y las campañas de desprestigio fueron en contra del partido en el poder. La mentira como componente de la lucha electoral migró en favor de la oposición.
No obstante, en 2018 la mentira había agotado su eficacia como arma electoral, pero los partidos opositores de la alianza “Fuerza y corazón por México” no se dieron cuenta y trataron de repetir lo que les resultó favorable en el 2006 contra el ahora mandatario Andrés Manuel López Obrador y utilizaron mentiras que buscaron el mismo efecto del “López Obrador es un peligro para México”.
Sus numerosas mentiras, algunas realmente absurdas, risibles o carentes de sentido común como las de “#narcopresidente”, “#narcacandidata”, “vamos al comunismo”, “padecemos un gobierno autoritario”, “hay más corrupción que antes”.
Quedó claro que la mentira como instrumento eficaz en la lucha electoral de mayor trascendencia agotó su potencial. La oposición y sus financiadores perdieron miles de millones de pesos al costear las campañas de mentiras.