*El mexiquense ganó la presidencia con 19.226 millones de sufragios.
De la redacción
A medida que pasa el tiempo, comienza a dimensionarse más lo ocurrido en las urnas el 2 de junio; sobre todo, la magnitud del desastre electoral de la oposición de derecha frente a Morena y sus aliados, según un seguimiento de “El Espectador” a los resultados del día de la votación.
La presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, no sólo arrasó en las urnas a su adversaria Xóchitl Gálvez Ruiz, para quedar a la espera del primero de octubre, cuando se convertirá en la primera mujer titular del Poder Ejecutivo Federal en 200 años de vida independiente del país, sino rompió otras marcas en el tema electoral.
Además de haber implantado un record en votos, de casi 36 millones, obtuvo la mayor ventaja sobre el segundo lugar en la historia electoral en sufragio sobre un segundo lugar. Ni en los mejores tiempos del PRI había ocurrido esto. Y sin fraudes.
Sheinbaum Pardo superó a Gálvez Ruiz con 19 millones 421 mil votos, en números redondos. Ese número es mayor que los votos totales con los cuales en 2012 Enrique Peña Nieto ganó la presidencia de la República. El mexiquense triunfó sobre Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota al obtener 19 millones 226 mil boletas; es decir, menos de las que le dieron la victoria a la presidenta electa sobre su adversaria.
La comparación permite tener elementos para ubicar en su justa dimensión el comportamiento del electorado mexicano en la elección presidencial. Nunca un presidente de la República había obtenido tanto respaldo en las casillas, ni sacado tanta delantera, como la abanderada morenista, apoyada por los partidos minoritarios PT y PVEM.
Dicho respaldo a la representante de la cuarta transformación destaca también por el hecho de que triunfó sobre el PRI, unido al PAN, quienes nunca se habían aliado para una elección en 85 años de la fundación del blanquiazul como opositor al primero, entonces Partido de la Revolución Mexicana (PRM).
Esa ventaja de 19.42 millones de votos habría sido mayor si el PRI se hubiese presentado a las urnas separado del PAN (todavía hace 6 años participaron por separado).
Este panorama tiene impacto en cuadros del PRI y el PAN, y en el clásico de que la derrota no tiene padre, los de un partido culpan a los del otro por no haber motivado a sus correligionarios para acudir a las urnas y apoyar a la abanderada de la coalición que formaron y que incluyó a un PRD cuyos dirigentes están más preocupados por conservar el registro, prerrogativas y la senaduría para Jesús Zambrano Grijalva que en la situación de Xóchitl Gálvez.
El arrastre popular de la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México empujó a la victoria a políticos de escasa popularidad, que en otras condiciones habrían perdido, pero se beneficiaron de esta situación.