CAMPAÑAS ELECTORALES OPOSITORAS CARGADAS
DE MENTIRAS, EXPLICAN SU DOLOROSO FRACASO
MAXIMILIANO CASTILLO R.
A estas alturas del siglo XXI, sorprende que todavía políticos y organizaciones partidistas asuman como sabiduría y le concedan utilidad a una de las máximas de Nicolás Maquiavelo, quien consideraba que los fines justifican los medios; es decir, triunfar sin principios morales, engañar y mentir. Eso lo consignó en su obra más conocía, “El príncipe”, publicado hace 511 años.
Peor aún, comulgan y recurren a la convicción de Joseph Goebbels, propagandista del nazismo, quien sostenía que una mentira repetida mil veces llega a pasar por verdad. Transpolar a nuestra época las condiciones prevalecientes en los tiempos de esos personajes es irracional. El mundo digital, de redes sociales, desvanece las mentiras, como lo comprobó en carne propia la oposición el día 2 de este mes.
Conversaciones con periodistas de 40 o más años en la actividad me permitieron conocer que nunca habían presenciado campañas electorales basadas en mentiras y denuncias públicas tan irresponsables, por la ausencia de pruebas, como ocurrió las del proceso que entró en fase de calificación.
Fue mala estrategia de los partidos políticos PAN, PRI y PRD, aplicada por órdenes de su verdadero líder o lideresa: la ultraderecha empresarial, vía su principal ineficaz operador político, Claudio X. González. Gastaron miles de millones de pesos en campañas de desprestigio contra la candidata presidencial Claudia Sheinbaum, y el presidente Andrés Manuel López Obrador, de Morena y de la cuarta transformación.
No entendieron la realidad del país e intentaron construir una percepción colectiva en el sentido de que padecemos un gobierno autoritario, riesgoso para la democracia y sus libertades, visión que no compartió el 60 por ciento de quienes acudieron a las urnas y al final mostraron su respaldo al partido en el poder.
Los grandes medios informativos también se extraviaron, perdieron piso y la perspectiva de sus propios intereses. Creían que de verdad podían influir en los electores en favor de Xóchitl Gálvez, para llevarla al triunfo, y ya en el poder, que se pusiera al servicio de sus intereses y del pequeño grupo de dueños de la riqueza nacional, dueño o patrocinador de lo que antes se conocía como “prensa”.
Tuvieron éxito, pero en convencer a los ya convencidos, quienes desde antes del 2018 no quieren a López Obrador, como tampoco lo apoyan los grades medios informativos y principales periodistas a su servicio. No persuadieron al resto de los mexicanos, que son beneficiados como nunca por el gobierno federal.
Fracasó la estrategia, ello explica que Xóchitl Gálvez se haya anclado en el 27.45 por ciento de la votación, equivalente a 16 millones 503 sufragios, contra 35 millones 824 mil de Claudia Sheinbaum, el 59.75 por ciento.
Seguir a Maquiavelo y Goebbels les salió caro a la oposición y a los grandes medios de información e intelectuales. Todos cargaron con la derrota de la opositora.