CAMBIOS DE LA GRAN PRENSA: DE APOYADORA POR
PAGA AL PODER, A SOMETEDORA Y A OPOSITORA
MAXIMILIANO CASTILLO R.
Todavía en el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León la mayoría de los grandes medios informativos operaban como apoyadores pagados del poder público y de su partido. Ese gobernante, vale la pena recordarlo, encarceló a Juan Franciso Ealy Ortiz, dueño del influyente diario “El Universal”. Lo acusó de evasión fiscal y lo mantuvo en prisión varios días.
El control presidencial sobre diarios, cadenas de radio y televisión quedó evidenciado con ese caso: no hubo campaña contra Zedillo, por capturar al empresario, y mucho menos lo acusaron de persecución política contra los críticos de su gobierno, ni de represión a la libertad de expresión.
Nada parecido a la reacción de ahora ante el caso de “Latinus”. En esta ocasión no se investigó a su conductor estrella, Carlos Loret de Mola, pero inventaron que lo hizo el gobierno, y a partir de esta mentira se lanzaron contra el presidente Andrés Manuel López Obrador y por algo inexistente convirtieron en mártir al periodista.
El conflicto Zedillo-Ealy Ortiz fue el último caso en que la llamada “gran prensa” por conveniencia económica asumió su papel de defensora del poder político, porque en el sexenio de Vicente Fox Quesada, por las ambiciones demenciales de poder de Martha Sahagún, esposa del mandatario, que creyó posible relevarlo en el cargo, les dio un inmenso peso a los dueños de los grandes medios informativos.
Se fortalecieron tanto políticamente y diversificaron sus actividades empresariales. Ya eran ricas sus familias fundadoras de diarios, cadenas de televisión y radiodifusoras, pero con el respaldo de Sahagún diversificaron sus actividades empresariales y se convirtieron en proveedores de bienes y servicios, y constructores del poder público, mediante el tráfico de influencia y corrupción.
Su robustez política les permitió someter a los tres presidentes de la República de los primeros 18 años del siglo. Los convirtieron en rehenes y los pusieron al servicio de sus intereses y de los de quienes se volvieron multimillonarios con la privatización de las empresas públicas. Así se dio el cambio de apoyadores por paga, a controladores del poder público. Del año 2000 al 2018 fueron los mejores años en la historia de las empresas propietarias de medios de cobertura nacional.
No esperaban que en 2018 el candidato opositor, a quien casi aniquilan políticamente con despiadadas campañas de desprestigio en sus dos campañas electorales previas por la presidencia de la República de 2006 y 20012 pudiera ganar el cargo hace 6 años. Calcularon mal su poder persuasivo sobre los electores.
Les quedó la esperanza de que lo ofrecido por el político tabasqueño en su campaña electoral del 2018 se quedara en eso. Tampoco acertaron. Les suprimió los privilegios y ante eso, volvieron a cambiar, pero ahora para asumir el papel de opositores, con la esperanza de derrotarlo en las urnas en este 2024.
Los dueños de los grandes medios informativos fracasaron en su objetivo de recuperar la presidencia y sus privilegios, pero adicionalmente perdieron gran parte de la poca credibilidad de la población que les tenía, y sus estrellas quedaron muy desgastadas. Ni siquiera fueron determinantes en la obtención del 27 por ciento de la votación ganado por Xóchitl Gálvez, porque ese porcentaje fue menor al que en sus peores momentos habían conseguido globalmente el PRI, PAN y PRD.