*El nivel de juego mostrado por el seleccionado mexicano fue bajo.
De la redacción
La baja calidad del fútbol mexicano, reflejado en el mal desempeño de la selección nacional en la Copa América, prueba una vez más que con malos equipos una liga futbolística no puede tener un gran seleccionado.
Y la coincidencia de las dos primeras jornadas del torneo de la Liga MX con las fases finales de las competencias continentales de Europa y América, trasmitidas por ele visión abierta permitió verificar la realidad del balompié nacional.
La salida de Jaime Lozano de la dirección técnica de la selección no mejorará con el arribo de Javier Aguirre, porque el mal está en la falta de formación de grandes futbolistas por parte de quienes son los únicos que pueden resolver el problema: los propietarios de los 17 equipos de primera división.
El Barcelona invirtió grandes cantidades de dinero en el desarrollo físico (no pudo hacerlo crecer más), mental y técnico de Lionel Messi desde que era niño, y así en todas las ligas importantes del mundo. Contratan grandes jugadores extranjeros, pero construyen carreras de sus jóvenes.
La Copa de Europa la protagonizaron sólo jugadores del viejo continente o nacionalizados, no los grandes delanteros del exterior que juegan en sus clubes, y aun así el nivel de la calidad de los partidos fue elevado.
Pero la actual selección nacional no podría competir en un plano de igualdad con las selecciones europeas que llegaron a cuartos de final en ese torneo continental, y poco se puede decir de cómo se vio en la Copa América, a pesar de jugar los partidos con el apoyo de un numeroso público integrado por mexicanos o descendentes de mexicanos.
En México no se aprovecha a los millones de jóvenes que reúnen grandes facultades y tienen vocación por el fútbol. Se prefiere contratar jugadores extranjeros, de los que muy poco aportan algo útil para el desarrollo local. En el caso de los delanteros, para confirmar esto basta con revisar el número de goles que anotaron en los últimos tres torneos.
En estas condiciones, Javier Aguirre, un hombre que desde que era jugador activo contaba con una cultura general e información muy por encima del promedio de los futbolistas mexicanos, llega con la encomienda de formar una selección altamente competitiva para el mundial del 2026, del cual México será una de las tres sedes.
Resulta deseable que lo consiga, pero parece extremadamente difícil que alcance la meta, porque padecerá el mismo problema que Jaime Lozano: la falta de grandes jugadores, porque los que fueron buenos ya han sido vencidos por los años y los nuevos no se consolidan todavía.