*En ambas naciones hubo conmemoraciones.
De la redacción
Un 11 de septiembre marcó para mal la historia de Chile. En 1973 un golpe militar alentado, financiado y organizado por Estados Unidos derrocó y ocasionó la muerte del presidente electo democráticamente, Salvador Allende, para iniciar una etapa negra en la historia de ese país sudamericano, sumergido en un baño de sangre por el sanguinario dictador Augusto Pinochet.
Miles de chilenos identificados con el gobierno allendista fueron asesinados, encarcelados, desaparecidos y exiliados, con familias desamparadas y pequeños huérfanos, y la ruptura del orden constitucional y democrático. Estados Unidos no permitió que el pueblo chileno decidiera su destino.
Grandes sacrificios se necesitaron para restablecer el sistema democrático. La lucha duró 17 años, pero todavía quedan remanentes del pensamiento ultraderechista y la propensión de segmentos a la dictadura, porque no se ha podido exterminar ese pensamiento, a pesar de los más de 30 años de gobiernos democráticos de izquierda y centroderecha.
Otro 11 de septiembre, pero del 2001, ocurrió un hecho terrorista en Estados Unidos, con el uso de aviones como proyectiles. Fueron derribadas las Torres Gemelas de Nueva York, con un saldo oficial de más de 3 mil personas muertas y centenares de heridos, en lo que fue el primer ataque terrorista de ese alcance en el territorio de la primera potencia económica, militar y tecnológica del mundo.
Lo ocurrido fue aprovechado por el gobierno estadounidense para ajustarle cuentas a Afganistán y su gobierno, al que invadió y derrocó. Destrozó infraestructura para el desarrollo y los de servicio, para después hacer lo mismo contra Iraq y su gobierno, que había sido su aliado. También derrocó al gobierno iraquí y su presidente, Saddam Hussein terminó asesinado.
El gobernante iraquí nada tuvo que ver con los ataques a las Torres Gemelas, organizado por la organización terrorista Al Qaeda, con la cual las autoridades de Iraq tenían diferencias, pero el gobierno de Estados Unidos aprovechó el acto terrorista como pretexto para deshacerse de su antiguo socio, a costa de decenas de muertos y la destrucción de tesoros culturales y patrimonio de la humanidad con miles de años.
Se recuerda en esta fecha a Estados Unidos como víctima del terrorismo, pero se olvida deliberadamente lo que después hizo su gobierno en Afganistán e Iraq, y su participación en el derrocamiento y muerte de Salvador Allende pasan desapercibidos.
