*El robo de combustibles se permitía desde las oficinas de PEMEX.
De la redacción
El director general de Petróleos Mexicanos (PEMEX), Octavio Romero Oropeza, detectó personalmente que altos funcionarios de la llamada empresa productiva del Estado se encontraban involucrados en el robo de gasolinas y diésel.
En entrevista narró que cuando hace casi 6 años se hizo cargo de la principal empresa del país se percató de la baja de presión en los ductos, y quisieron sorprenderlo con mentiras quienes controlaban el flujo del combustible.
Le atribuyeron la reducción de la presión a fallas en los medidores, y hasta quisieron hacer negocios con él. Le propusieron comprar nuevos medidores, cuando la baja de la presión en los ductos era por el robo del hidrocarburo.
El protocolo correspondiente ordena que cuando se registra una reducción en el transporte por ductos del combustible de 200 barriles por hora debe suspenderse el suministro, pero no ocurría, porque mandos de la empresa estaban involucrados en ese daño al patrimonio nacional, especialmente a los ingresos públicos.
Los instrumentos de medición llegaban a registrar una baja de 3 mil barriles de combustible por hora, 15 veces lo que ordenaba el protocolo para suspender los flujos de las gasolinas, y no se aplicaba la norma.
El robo de combustible era casi política institucionalizada. Los funcionarios detectados fueron dados de baja, pero aun así, aunque las pérdidas se redujeron mucho, y los mandos de PEMEX no participan en la sustracción, de todos modos hay tomas clandestinas.
Se estima que Petróleos Mexicanos sufría la pérdida diaria de aproximadamente 80 mil barriles de gasolinas diarias; ahora suman unos 4 mil barriles, pero ya no por cuenta de altos funcionarios.
Trabajadores de la refinería de Salamanca, Guanajuato, narraron a “El Espectador” que el mayor volumen de la sustracción diaria de combustibles se daba al interior de la planta, e inclusive existían puertas traseras para la salida de las pipas cargadas del producto.
Los grupos de la delincuencia organizada perforaban tubos de las líneas de conducción, pero sus robos eran inferiores a los que perpetraban mandos de PEMEX, y las actividades de los criminales comunes se utilizaba para atribuirles el total de las pérdidas diarias en la materia.
No era bajo el monto de las gasolinas robadas por delincuentes organizados, pero era muy inferior al de la delincuencia organizada que operaba con nombramientos de altos funcionarios de la empresa.
Lo revelado por Romero Oropeza confirma esta información de quienes presenciaban la salida de numerosas pipas con gasolinas robadas al interior de la propia refinería y que se comercializaban en expendios autorizados, que proliferaron en todo el país en el anterior sexenio.