MÉXICO REQUIERE OPOSICIÓN
FUERTE, PERO RESPONSABLE
NECESARIO QUE PRI Y PAN SE LIBEREN DEL
MAL LIDERAZGO DE CLAUDIO X. GONZÁLEZ
Al inicio del sexenio de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo la oposición adoptó una posición seria, responsable y hasta respetuosa, con críticas, pero sin el odio mostrado hacia el ahora expresidente Andrés Manuel López Obrador, a quien diputados y senadores del PRI, PAN, PRD y MC insultaban, calumniaban y ofendían desde las tribunas de la Cámara de Diputados Federal y del Senado.
Lo insultaban y luego lo acusaban de dividir a los mexicanos y de polarizar, desconociendo o fingiendo desconocer el significado del término “polarizar”, pues los opositores formaban y forman minoría frente a los seguidores de la cuarta transformación, como lo probaron los resultados en las urnas el 2 de junio.
Cualquier persona medianamente informada sabe que la oposición en conjunto, incluido el ahora desaparecido PRD, obtuvo 26 millones de votos, contra cerca de 36 millones de la ahora primera mujer mandataria del país, lo cual destruyó eso de la polarización y división.
Gran daño le han hecho a la democracia y a los partidos políticos opositores PRI, PAN y PRD el haberse sometido al liderazgo de Claudio X. González. El último hasta perdió su registro de hace 35 años, obtenido con el sacrificio de las siglas e historia de la izquierda nucleada en el Partido Mexicano Socialista (PMS).
El empresario, cuya familia es dueña de una importante empresa que monopoliza el mercado de papel sanitario, se convirtió en el principal operador político de la ultraderecha empresarial, ese reducido número de dueños de la riqueza del país, obtenida mediante la corrupción de los gobiernos neoliberales, y de los dirigentes nacionales Alejandro Moreno Cárdenas, del PRI; Marko Cortés, del PAN; y Jesús Zambrano, del PRD, quienes aceptaron someterse a sus directrices.
En “El Espectador” definimos a la ultraderecha empresarial como ese grupo integrado por menos de 160 empresarios a los cuales los presidentes Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto les perdonaron impuestos sobre sus ganancias por más de 530 mil millones de pesos, para diferenciarlo de los millones de inversionistas honestos, quienes pagan sus contribuciones y cumplen con todas sus obligaciones patronales y no pagan campañas mediáticas para desprestigiar a autoridades legalmente constituidas.
Los representantes partidistas opositores no entendieron que los intereses representados por Claudio X. González no son los mismos que los de las bases de sus partidos, de ahí que traicionaron a éstas, quienes les correspondieron dándoles la espalda el día de las elecciones federales y locales del 2 de junio de este año.
Claudio X. González, además, volvió mezquina a la oposición, que boicoteó las reformas constitucionales impulsadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y en esto llegaron a tanto que si en el 2021 hubiesen ganado la mayoría simple en la Cámara de Diputados Federal, habrían dejado sin presupuesto para continuar la ejecución de obras como el Tren Maya, la Refinería “Olmeca”, el Tren Interoceánico, los sistemas de irrigación y otros, sin importar que se perdiera la inversión ya realizada, como se los ordenó el junior.
Esa posición opositora no es útil al país. Necesitamos una oposición fuerte, que combata las fallas del gobierno, que proponga alternativas de solución y se libere de la influencia de Claudio X. González, porque los intereses de la militancia priista y panista no son los mismos que los que representa el multimillonario.