*Su fama no conoció límites en una época previa a la revolución del Internet y las TIC.
De la redacción
En 1981 emergió la figura de un joven beisbolista quien en poco tiempo se convirtió en el mayor ídolo deportivo de la historia de los deportes en México: Fernando Valenzuela, quien falleció a los 64 años. Mucho se está destacando en los medios sobre el deportista sonorense, de la pequeña población de Echahuaquila, pero no hay discusión de que fue un fenómeno como deportista y como ídolo.
México ha tenido grandes ídolos en boxeo, fútbol y otros deportes, incluido el béisbol, pero nadie reunió las condiciones de ídolo general deportivo. Es decir, lo idolatraron los fanáticos de la llamada “pelota caliente”, pero también los que tenían afición por el pugilismo, el balompié, el básquetbol o el atletismo. Familias completas pasaban horas frente al televisor gozando y sufriendo con la desesperante forma de jugar del mexicano.
Gente que nunca había visto un juego de béisbol, ni volvió a verlo después, le sudaban las manos cuando el robusto sonorense quedaba con las bases llenas y con un solo out. Y sentía alivio cuando retiraba en línea a dos peloteros rivales, para eliminar el riesgo de recibir 4 carreras.
Llamaba la atención su constitución física, alejada de aquella de quienes se dedican al béisbol de las grandes ligas, pero sorprendía más cuando sacaba a grandes bateadores y ganaba partidos que parecían perdidos para su equipo angelino, Dodgers. Eso fue Fernando Valenzuela, quien por si fuera poco, en medio de su enorme fama fue siempre una persona sencilla.
Su adhesión a su equipo le valió que fuera cronista del equipo, actividad que dejó sólo cuando su enfermedad que le ocasionó la pérdida de la vida ya no le permitió seguir, pocos días antes. Se sabía que tenía quebrantada su salud, pero no se pensaba que su padecimiento fuera tan grave. ¡Descanse en paz!