*Apoyo de casi el 50% de los votantes. *Comparten prejuicios Kamala y Trump.
De la redacción
Con el respaldo electoral anticipado otorgado a la candidatura presidencial de Donald Trump, cercano al 50 por ciento, se confirma lo que del electorado estadounidense muchos aseveran, especialmente analistas políticos de izquierda, incluso el expresidente Andrés Manuel López Obrado lo sugirió: se trata de un electorado analfabeta político.
Y debido a ello, precisamente, debe preocupar, porque está desinformado, es xenófobo, racista, discriminatorio y capaz de creer mentiras absurdas, como las utilizadas en su campaña por el exmandatario estadounidense. En México hubiesen generado burlas.
No es bueno igualmente que su adversaria, Kamala Harris, la demócrata, tenga prejuicios en temas como el narcotráfico y la forma de combatirlo en territorio mexicano, posturas que no puede tolerar el gobierno del país; y menos, el ingreso de tropas a nuestro territorio.
Trump distorsionó la realidad, al presentar como verdad irrefutable que los migrantes salieron de las cárceles y los manicomios. En realidad se trata de personas por demás pacíficas, con enormes deseos de progresar mediante el trabajo, el esfuerzo extraordinario y su disposición al sacrificio para ahorrar.
La clase patronal de Estados Unidos gana mucho con los trabajadores indocumentados; sobre todo, la rural, al pagarles menos salarios y encomendarles tareas que rechazan los asalariados estadounidenses.
En el caso de las actividades fabriles, la responsabilidad, calificación y disposición a cumplir de sobra con sus obligaciones, características de los migrantes, permite a la economía estadounidense abatir costos y no perder tanta competitividad frente a los países asiáticos; sobre todo, ante la primera potencia económica y comercial de Asia: China, dominante del comercio mundial.
Los electores de Estados Unidos, que el martes 5 del próximo noviembre decidirán quién de entre Trump y Harris debe gobernarlos a partir del 20 de enero y durante 4 años, le creen también al primero que los migrantes se comen las mascotas. Especialmente a los canes, lo cual es comulgar con ruedas de molino.
Los perros que se comen desde hace tiempo los estadounidenses y que les ocasionan sobrepeso y obesidad, son los “perros calientes”, y esa afición al alimento no lo llevaron los migrantes.
Gane o pierda, es preocupante que un alto porcentaje de los votantes estadounidenses tome como verdad lo que difunde Trump, a partir de sus prejuicios xenófobos, racistas, clasistas y su ignorancia. Piensan como él.
Le creen su mentira de que impondrá aranceles de hasta 2 mil 500 por ciento a los vehículos chinos que se producen en México, cuando China no tiene plantas armadoras en territorio mexicano. Y los que importa a Estados Unidos no son gravados de esa forma.