*Hasta ahora fue dirigido en función de intereses políticos caciquiles y de la “nomenklatura”.
De la redacción
La nueva dirigencia mexiquense de Morena, encabezada por Luz María Hernández Bermúdez, dirigirá al partido gobernante, lo cual es una ventajea, pero enfrentará el enorme reto de convertirlo en movimiento y partido. “En estos momentos no es ni uno ni otro, porque opera en función de intereses caciquiles, beneficiados y enriquecidos por los gobiernos priistas.
Los severos comentarios de Leoncio Mata Zárate, uno de los fundadores y responsable de la política de análisis de “El Espectador” se refirieron al control y concepción patrimonialista de la conducción de Morena, desde que en el Estado era Partido de la Revolución Democrática (PRD), cuyos líderes se contagiaron de los vicios y se beneficiaron económicamente de su interlocución con el poder estatal. “Sólo ha servido para monopolizar candidaturas del grupo que lo controla”, dijo.
En estas condiciones, detalló, “el Movimiento de Renovación Nacional no tiene adversarios externos, sino internos, algunos de los cuales añoran el tiempo cuando el PRI gobernaba, porque les iba muy bien, y neutralizarlos es uno de los desafíos de Hernández Bermúdez”, recalcó.
El partido gobernante en la entidad, como se informó en su momento en la versión digital de “El Espectador”, eligió dirigencia, y en algo sorpresivo, la nueva representación sólo cubrirá el tiempo que le faltaba a anterior, cuyos líderes no trabajaron, pero fueron premiados con las candidaturas para las al alcaldía de Texcoco y La Paz. Nadie entiende por qué la elección no fue por el período estatutario, como el sentido común lo indica, y más cuando se trata del partido en el poder.
Mucho atribuyen la decisión a una manobra de lo que en el pasado los politólogos denominaban la “nomenklatura”, término después utilizado por Carlos Salinas de Gortari para referirse a la estructura de la vieja clase política priistas, y que aun cuando sociológicamente definía bien el fenómeno, el concepto fue desgastado por el desprestigio del ex gobernante.
Esa decisión es atribuida a una previsión para en caso de una derrota de la “nomenklatura” en la elección de dirigentes morenistas estatales, a fin de tener oportunidad de intentar la recuperación de la hegemonía interna antes de septiembre del 2025.
Mata Zárate sostuvo que Luz María Hernández tiene el reto de organizar a Morena, porque en la práctica no existe y su alta votación es producto del enorme respaldo popular que tienen sus principios y objetivos, no por el trabajo de reclutamiento de miembros, como lo prueba el hecho verificable de que con sólo 300 mil afiliados en la entidad mexiquense, a lo más que pudo llegar la anterior dirigencia, cuando sus votantes superar los 5 millones.
El desafío que tiene el liderazgo morenista mexiquense es fortalecer numérica y en organización al partido gobernante, y despojarlo de esa concepción patrimonialista de que su papel es darle candidaturas y cargos de elección popular y de dirigencia partidista al grupo que lo controlaba en su beneficio, lo que parece sencillo, pero no lo será en la práctica, concluyó.