*En USA los presidentes obedecen intereses económicos, incluyendo los financieros criminales.
De la redacción
Nadie duda de que el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es patán, ignorante, racista, clasista, prepotente, soberbio, xenófobo y específicamente antinmigrante. Tiene muchos otros defectos, entre los cuales sobresale su machismo, además de no tener talla de estadista para la primera ponencia económica y militar del mundo.
“Empero igualmente los enterados saben que más que en otras naciones, en los Estados Unidos los presidentes son acotados y sometidos por los grandes intereses económicos globales, especialmente los del capital financiero mundial, cuyas oficinas corporativas están en los lujosos edificios del centro de Nueva York”, destacó el especialista en economía y finanzas, responsable de esta sección de “El Espectador”, Gabriel L. Villalta.
Los gobiernos estadounidenses desde siempre, pero más ahora, no sólo responden, trabajan y protegen al gran capital productivo o especulativo, sino a éste en su vertiente criminal, como lo es el “lavado” de dinero proveniente del tráfico, distribución y venta de drogas al menudeo practicado en las calles de sus ciudades, como lo sostuvo hace unas semanas en este medio informativo un experto en el tema, recordó.
Trump ya gobernó 4 años a su país, y “en ese tiempo su gobierno no detuvo a ninguno de quienes introducen al circuito legal planetario del dinero, prueba de que el poder de un presidente no es tanto, ni absoluto, como se lleva a creer”, recalcó el entrevistado.
En este escenario -subrayó- no es que no quiera, ni piense imponer aranceles a las mercancías que México exporta a Estados Unidos, en el marco del Tratado de Libre Comercio, que violaría con esas medidas, sino que las corporaciones empresariales que se benefician del intercambio comercial entre los dos países no le permitirán ejercer acciones que las perjudiquen, explicó.
“Gran parte del valor de las exportaciones mexicanas al vecino país corresponde a empresas estadounidenses, especialmente las de la rama automotriz, que serían perjudicadas con los aranceles, porque perderían parte de la competitividad que les proporcionan los menores salarios que pagan en México, traducidos en bajos costos de producción y precios atractivos para los bienes que producen”, recalcó Gabriel L. Villalta.
En seguida comentó que se piensa que Trump trata de obligar a las empresas de su país a trasladarse a territorio estadounidense, pero -detalló- “eso lea significaría producir con más altos costos y, consecuentemente, perder competitividad y márgenes de utilidades, en un tiempo en que padecen la competencia de la industria china, por lo que no le será sencillo al próximo mandatario aplicar a su antojo aranceles o al menos no en el porcentaje y a todas las ramas manufactureras, porque al capital global no le conviene esa medida”, concluyó.