*Busca Trump control energético del mundo. *Colaboradores niegan el fenómeno.
LEONCIO MATA ZARATE
Dos de los varios nombramientos de colaboradores ultraderechistas del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump tienen extremadamente preocupados a las organizaciones luchadoras contra el cambio climático en el mundo.
Uno se trata de Chris Wright, promotor de la explotación de petróleo y gas mediante la fractura de rocas con abundante agua inyectada a alta presión para extraerles petróleo y gas, el controvertido “fracking”. Este se método es considerado el más contaminante de suelos, aguas y aire del mundo. Ese personaje se encargará de los delicados temas de alto impacto ambiental, e irreversibles.
Tiene la encomienda -hecha pública por el próximo presidente estadounidense- de “establecer el control energético del mundo por parte de Estados Unidos”, por lo que tendrá manos libres para darle mayor impulso al “fracking”, que utilizan sus empresas cuando trabajan para las grandes corporaciones petroleras y gaseras en la exploración y explotación de estos energéticos.
Por si fuera poco, Trump designó al gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum, jefe del Departamento del Interior, y al mismo tiempo le creó y lo puso al frente del Consejo Nacional de Energía, y lo incorporó al Consejo de Seguridad Nacional, porque ese rango tendrá la producción petrolera.
En palabras preocupantes del propio mandatario estadounidense electo, el Consejo Nacional de Energía “supervisará el camino hacía el dominio energético de Estados Unidos en mundo, al reducir la burocracia y potenciar las inversiones del sector privado en todos los sectores de la economía y enfocarse en la innovación por encima de viejas regulaciones, pero (que eran) totalmente innecesarias”.
Tanto Burgum como Wright comparten el rechazo a la verdad científicamente comprobada del cambio climático como una gran amenaza de la humanidad y con mayor enjundia niegan que Estados Unidos sea responsable en gran parte de la alteración del clima a escala planetaria.
Son furibundos críticos de las políticas y grupos ambientalistas del mundo y le atribuyen propósitos de afectar a Estados Unidos y trabajar para profundizar la dependencia de ese país de la tecnología china.
Ambos serán los operadores de la nueva política energética de los Estados Unidos a partir del 20 de enero próximo, que contendrá una clara visión imperialista en el tema y frente al cambio climático, en una situación preocupante.
No otra cosa indica eso que los consejos Nacional de Energía y de Seguridad nacional tendrán como tarea estratégica buscar implantar el “control energético de Estados Unidos en todo el mundo”. Y negar el deterioro ambiental del planeta.