*A muchos los corrompió Carlos Salinas y otros traicionaron sus principios después.
De la redacción
En el movimiento estudiantil de 1968 los cuadros más radicales cargaban con la sospecha de que eran agentes de la temible Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), que un año antes había sustituido a la Dirección Federal de Seguridad (DFS).
Entre los representantes de facultades y escuelas en el Consejo General de Huelga (CGH) había estudiantes y maestros derechistas reconocidos, como eran los casos de Diego Fernández de Cevallos y Enrique Krauze, entre otros, según una investigación de “El Espectador”.
Sobre éstos no había sospechas, porque sus posiciones de derecha eran conocidas, pero otros sembraron desconfianza, como fue el caso de Sócrates Campos Lemus, uno de los más notorios dirigentes estudiantiles. Después se comprobó que era agente de la DGIPS, dependiente de la Secretaría de Gobernación y mantenía informado al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz sobre lo que se trataba en el CGH.
Ese mismo radicalismo generó sospechas de personajes de la lucha guerrillera, como fue el caso de Gustavo Hirales, quien después abiertamente mantenía vínculos con Florentino Ventura, uno de los más crueles represivos comandantes que participaron en el combate y exterminio de grupos armados de extrema izquierda.
Hirales viajaba con Ventura en el mismo vehículo cuando éste fue asesinado a tiros en la cabeza por su esposa; ella también era cuadro de los servicios de espionaje y combatiente de las guerrillas urbanas, que fueron derrotadas a sangre y fuego por el Estado, facilitado este saldo por la información de los agentes de la DGIPS, infiltrados en las filas de los grupos guerrilleros urbanos.
Tampoco hubo sospechas sobre Jesús Zambrano Grijalva, porque fue herido en combate, detenido y encarcelado. Recibió lesiones en el rostro, por lo que no hubo dudas de que le dispararon a matar, lo que no habría ocurrido si hubiese sido infiltrado del aparato represor del Estado. Se derechizó después.
Otros radicales de izquierda se convirtieron en furiosos ultraderechistas, más agresivos que los de extrema derecha de siempre contra el ahora expresidente Andrés Manuel López Obrador, Morena, la cuarta transformación y la presidenta Claudia Sheinbaum.
Destacan en esta traición a sus confesados principios de izquierda los exguerrilleros Gustavo Hirales y Zambrano Grijalva, al igual que Ricardo Pascoe Pierce. Éste, cuando era un radical de izquierda, y fundó al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), de inspiración trotskista, calificaba de tibio a la corrientes izquierdista que venían del Partido Comunista Mexicano (PCM). Ya entonces cargaba la sospecha de que era agente de la CIA.
Su conversión en rabioso detractor de Morena y la cuarta transformación convence a muchos de que efectivamente lo era, y tiene como objetivo impedir que se consolide el movimiento fundado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador. Los espacios que le dan los medios informativos de derecha reafirman esa condición del ex cuadro del PR y activista en las campañas electorales de Vicente Fox Quesada y de Xóchitl Gálvez, este año.
