*Expuso en su discurso la quiebra de Estados Unidos y anunció el inicio de una “era dorada”.
De la redacción
En su discurso de toma de posesión, el presidente Donald Trump mostró desconocimiento de la realidad de su país, al exponerlo como quebrado, con enemigos nacionales e internacionales, situación que prometió superará su administración, con el inicio de un “era dorada”. Y firmó hoy mismo órdenes ejecutivas que declaró emergencia en la frontera con México, con el consiguiente envío de fuerzas federales, además de declarar “terroristas internacionales” a los narcotraficantes, lo cual debe validar o rechazar el Poder Legislativo.
Ratificó que expulsará a millones de indocumentados, a quienes calificó de criminales, dementes, y culpó a Joe Biden de haberles abierto las puertas a ilegales. Al mismo tiempo, canceló el mecanismo mediante el cual los migrantes podía solicitar citas para pedir asilo político con la aplicación CBP One, y anuló las citas que ya se habían programado.
Trump habló de un Estados Unidos débil, humillado, sin respeto, invadido por criminales, con enemigos nacionales y extranjeros, que no lo respetan, lo cual terminará, porque su gobierno recuperará la grandeza nacional, el orgullo, el poder y el respeto del mundo, como nunca ante antes lo tuvo.
Ante jerarcas religiosos que participaron en la ceremonia, en una situación impensada en los relevos presidenciales en México, Trump se asumió casi como “escogido” de Dios para recuperar la grandeza de su país. Recordó que quisieron matarlo en su campaña, cuando una bala le pegó en una oreja, pero que Dios lo salvó y le permitió vivir para recuperar la grandeza de Estados Unidos.
Fue hasta grosero con su antecesor, Joe Bden, a quien acusó de perseguirlo y usar en su contra al Departamento de Estado, para inhabilitarlo y sacarlo de la lucha electoral, pero que el pueblo lo apoyó y lo hizo regresar al poder. Además, lo acusó de no haber sabido manejar con eficacia y eficiencia los problemas de la pandemia de Covid-19, ni siquiera los incendios en el sur de California. Trump es apenas el segundo mandatario estadounidense que gana una elección, pierde su reelección y cuatro años después vuelve al mando nacional.
Cuando habló de los narcotraficantes “terroristas internacionales” de otros países, pero no de los verdaderos capos globales que tiene en su país, quienes controlan y se quedan con el 93 por ciento de las ganancias que deja la venta de drogas al menudeo en el territorio de Estados Unidos, a costa de cien mil muertos al año por sobredosis; sobre todo, de Fentanilo.
Volvió a anticipar que recuperara el Canal de Panamá, y reiteró su mentira de que lo maneja y está al servicio de China. Dijo que durante la construcción de esa vía interoceánica en territorio panameño murieron 38 mil trabajadores, y que por ello volverá a ser de Estados Unidos, pues las autoridades del Canal aplican altas tarifas a los buques de la potencia económica. También insistió en que le cambiará el nombre al Golfo de México por el de Golfo de América.
Llamó la atención un anuncio, cuyo significado no se entendió. Dijo que Estados Unidos expandirá su territorio, aunque no explicó de qué forma lo haría, aunque muchos observadores internacionales interpretaron como que se refería su objetivo de hacerse de Groenlandia. También dijo que Estados Unidos ha subsidiado a otras naciones, y que ahora debe cobrarles aranceles para disponer de ingresos para financiar los esfuerzos destinados a recuperar la grandeza y un destino luminoso de la nación de Norteamérica.
