COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
PERSISTE EL LACAYISMO EN ALGUNOS GOBERNANTES LATINOAMERICANOS
Ante las decisiones irrespetuosas contra países y gobiernos por parte del presidente estadounidense Donald Trump, mandatarios latinoamericanos muestran un comportamiento servil, lacayuno frente al mandatario de la primera potencia económica y militar del planeta. Esta posición indica que persiste la vieja actitud sumisa de jefes de Estado ante uno de los más irracionales mandos de los Estados Unidos.
Dos presidentes destacaron, para mal, en actitudes lacayunas: Daniel Noboa, de Ecuador; y José Raúl Mulino, de Panamá. El primero, en un claro afán de congraciarse co Donald Trump, una vez que éste firmó órdenes ejecutivas para aplicar aranceles a México y Canadá, se apresuró a anunciar la aplicación de aranceles a las exportaciones mexicanas a su país, medida que pudo adoptar desde al año pasado, cuando se rompieron las relaciones diplomáticas bilaterales México-Ecuador.
No lo hizo y lo decidió ahora, para secundar a Trump, quien al final decidió aplazar un mes la decisión de aplicar esos aranceles a sus dos principales socios del mundo y, además, sus dos únicos países vecinos. No ha trascendido si ya comenzó Noboa a aplicar los gravámenes a las exportaciones mexicanas, pero si lo hizo, además de aparecer como lacayo de Estados Unidos, desentonará, dado que Donald Trump dejó en suspenso la medida.
Daniel Noboa se siente identificado con el gobernante estadounidense, porque ambos son de extrema derecha, pero en este caso, su apoyo con su decisión de secundar la aplicación de aranceles carece de efetos prácticos, porque las exportaciones mexicanas a Ecuador no llegan a 600 millones de dólares anuales (las ventas mexicanas a Estados Unidos superan los 424 mil millones de dólares al año), por lo que como apoyo, es casi nada el ofrecido por el mandatario ecuatoriano.
Peor están las exportaciones ecuatorianas a México: apenas 228 millones de dólares y representan sólo el 0.038 por ciento de las compras anuales de México al extranjero. Aun así, Daniel Noboa quiso congraciarse con Donald Trump, en un comportamiento sumiso, indigno, agraviante para sus gobernados; sobre todo, porque nadie le pidió respaldo en el desencuentro inicial de Estados Unidos con México, ahora menos ante de la posposición de la medida tomada por el gobernante de Estados Unidos.
No se comportó mejor José Raúl Mulino, el presidente panameño que recibió la solidaridad de los gobernantes latinoamericanos ante las amenazas proferidas por Donald Trump de recuperar el Canal de Panamá, a cuyas autoridades acusó de haber entregado esa vía marítima interoceánica al gobierno de China, en una de las muchas y grandes mentiras que expresa el mandatario de Estados Unidos. Sus homólogos latinoamericanos fueron contundentes en el rechazo a ese despropósito trumpiano.
Mulino se comportó a la altura de las exigencias, y reivindió la propiedad y soberanía panameña sobre su Canal, y tildó de mentiroso al mandatario estaounidense. Rechazó que existiera un solo soldado chino en la zona canalera, pero bastó la vista del utraderechista jefe del Departamento de Estado, Marco Rubio, para que modificara su posición nacionalista y patriótica, y optará por cancelar un memoramdun de entendimiento con China, firmado en 2017, para incluir a Panamá en el proyecto conocido como “La Ruta de la Seda”. No esperó a que se venciera para ya no renovarlo, sino que le puso fin en forma anticipada.
Además, le ofreció al gobierno estadounidense tierras y autorización para instalar una base en una región cercana a los límites de Panamá con Colombia. Las instalaciones serán ocupadas permanentemente por tropas estadounidenses, en lo que parece una provocación a Colombia, a donde pertenecía Panamá antes de que se construyera el Canal. Mulino abandonó la posición digna asumida ante la amenaza de Trump y le dio hasta lo que no le pidió.