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No Parece Importarles la Credibilidad a Grandes Medios

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Joaquín López Dóriga. Foto: Internet.

NO PARECE IMPORTARLES LA CREDIBILIDAD A

LOS MEDIOS INFORMATIVOS Y PERIODISTAS

GABRIEL L. VILLALTA

Los grandes medios informativos impresos y electrónicos, y sus periodistas no parecen darse cuenta o no les importa la pérdida de la escasa credibilidad y confianza que aún les queda de los lectores, televidentes y radioescuchas. Siguen haciendo, precisamente, lo que los condujo al descredito: la mentira como política informativa y analítica.

La devastación de credibilidad y confianza es mayor en los campos político y electoral, donde prácticamente perdieron toda su capacidad de persuasión en esos terrenos, como en este espacio se ha demostrado con lo ocurrido en las urnas en junio del año pasado en las elecciones presidencial, de senadores, diputados federales, gobernadoras y gobernadores, integrantes de los congresos locales, alcaldesas y alcaldes.

Fue muy ilustrativo lo que ocurrió en la elección presidencial, en cuyo proceso por primera vez en la historia los grandes medios informativos en todos sus formatos y sus más conocidos periodistas asumieron abiertamente la condición de opositores a Morena y su candidata e hicieron campaña en favor de Xóchitl Gálvez, y públicamente sus periodistas llamaron a votar por ella.

El saldo fue desastroso para la abanderada presidencial de la ultraderecha empresarial, la derecha partidista y para las cadenas nacionales de televisión, de radiodifusoras y los diarios impresos. Quedó probada de sobra la pérdida de la capacidad de convencer de los medios informativos en materia política y electoral.

La oposición partidista, a pesar del respaldo de casi todos los medios y sus periodistas, obtuvo 5.5 millones de votos menos  que los que consiguió 6 años antes.

El desgaste de la credibilidad fue enorme, generado por la difusión de mentiras. Ahora que tienen varias veces más lectores, televidentes, radioescuchas y seguidores en sus plataformas digitales, influyen menos en la opinión pública y no persuaden; al contrario, perjudican  a los políticos y políticas que apoyan, como se demostró con el retroceso de la oposición (de la que forma parte) en materia electoral.

La pérdida de credibilidad y confianza sociales no para, porque mantienen sus políticas informativas y de análisis basadas en mentiras. No reflexionan en forma autocrítica, por lo que estarán destinados a la irrelevancia, por más que sus lectores, televidentes, radioescuchas y seguidores en Internet sumen millones diarios.

Su campaña permanente de ataques al partido en el poder y a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, no impacta. La mandataria tiene más respaldo popular ahora que cuando ganó la elección con casi 36 millones de votos, y Morena acumulan triunfos y votantes en cada elección local.

Frente a esta realidad, los grades medios informativos no cambian y se comportan como cuando de verdad influían en la opinión pública y tenían convencidos al mundo político, electoral e institucional de que sin la llamada prensa nadie podía ganar elecciones trascendentes y, menos, con los medios en contra. Ese mito lo destruyó la realidad de las urnas. Y no podrán construir en México un Donald Trump o un Javier Milei; y menos, si siguen mintiendo todo el tiempo.

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