*Privatizó el servicio de energía eléctrica; ahora su población no puede pagar tarifas.
GABRIEL L. VILLALTA
A doce años del fallecimiento de Margaret Thatcher (8 de abril 2013) y a 46 de haber impuesto junto con el presidente estadounidense Ronald Reagan el neoliberalismo en el mundo, la mayoría de la población del Reino Unido padece los estragos de ese sistema.
En especial, el habitante promedio enfrenta problemas para pagar las altas tarifas de la energía eléctrica, una de las primeras industrias privatizadas por la primera ministra británica, para, según sus argumentos, mejorar el servicio y permitir que el mercado regulara las tarifas a la baja, por la libre competencia.
La británica y el gobernante estadounidense erradicaron los paradigmas de John Maynard Keynes, especialmente el del Estado de Bienestar y la participación del Estado como equilibrador de la distribución del producto del esfuerzo de todos.
Thatcher y Reagan partieron del precedente de Chile, donde Estados Unidos promovió un golpe de Estado contra el gobierno democrático e izquierdista de Salvador Allende e impulsó la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet, que generó las condiciones para imponer las leyes brutales del mercado, recomendadas por la “Escuela de Chicago”, liderada por Milton Friedman.
Seis años después de la tragedia chilena, Reagan y Thatcher extendieron a la mayor parte del mundo el neoliberalismo, basado en la privatización de empresas, caída del poder de compra real de salarios, retroceso en las prestaciones salariales y retirada del Estado en las actividades económicas. Con estas medidas se ofreció el paraíso.
Los efectos devastadores del neoliberalismo en las condiciones de vida de las mayorías abarcaron también al Reino Unido, donde en estos momentos la privatización de la industria eléctrica golpea la economía popular, de acuerdo con estadísticas oficiales del gobierno británico.
Lo ocurrido en España, donde sus habitantes tienen problemas para cubrir las altas tarifas del servicio de energía eléctrica, se reprodujo en el Reino Unido, donde adicionalmente las empresas de esta rama económica están endeudadas, porque sus propietarios desviaron las enormes ganancias a empresas de otros rubros en sus conglomerados y contrajeron enormes deudas.
Una de las más grandes compañías del sector, la “Thames Water”, que arrastra una pesada deuda por ese desvío de ganancias y no inversión en su infraestructura, presentó un plan de reestructuración.
Producto neto al fin del neoliberalismo, entre las medidas propuestas para resolver el problema de su pasivo destaca un incremento del 57 por ciento a las tarifas; es decir, que los consumidores carguen con el peso del saqueo y, de aprobarse, sacará del consumo a 20 millones de británicos. Así de pernicioso resultó el neoliberalismo aún en los países y reinos desarrollados, como el de Margaret Thatcher.