*Siguen motociclistas y ciclistas circulando por las banquetas y en Los Portales.
De la redacción
La falta o insuficiencia de agua potable, la inseguridad pública, las calles en mal estado, y las violaciones a todas horas al Reglamento de Tránsito, constituyen los problemas más sentidos de la población mexiquense.
Todos son de difícil, larga y costosa solución, menos el último, según un análisis de “El Espectador” a las preocupaciones de los habitantes del Estado por la permisividad de las autoridades, especialmente de los gobiernos municipales hacía los infractores.
En todas las ciudades mexiquenses la desatención de las autoridades en la materia a la circulación vehicular es la principal causa de los grandes “embotellamientos” que se presentan en las horas pico.
En la capital del Estado los motociclistas y ciclistas circulan por las banquetas y en sentido contrario, y hasta en Los Portales violan el reglamento de tránsito a 40 metros de donde despacha el alcalde Ricardo Moreno Bastida, según lo ha verificado a diario este medio informativo.
La solución a los tres primeros problemas citados requiere presupuesto, tiempo, técnica, tecnología y recursos humanos capacitados; y en el caso del agua potable; fuentes de abastecimientos, escasas o insuficientes en estos tiempos.
No obstante, someter al orden, a la norma a conductores de autobuses, taxis, camionetas, automóviles particulares, motocicleta y bicicletas no ocupa dinero, ni mucho tiempo: basta con voluntad política e interés en resolver un problema. Es más, en muchos casos aplicar la norma significaría ingresos a las arcas municipales.
La persistencia de este problema en la circulación vehicular, por otra parte, preocupa por lo que denota, pues si las autoridades no son capaces de controlar a los pacíficos ciudadanos conductores de vehículos, por lógica no podrá someter al imperio de la ley a los delincuentes.
Menos a los más peligrosos y a los muy extendidos extorsionadores pertenecientes a la delincuencia organizada. Es más fácil aplicarles las normas de circulación a irresponsables conductores, que derrotar a los criminales, y si no pueden con los primeros, menos con los segundos.
Motociclistas y ciclistas, especialmente en Toluca, no sólo circulan por las banquetas, sino que lo hacen igualmente en sentido contrario, ante la indiferencia o incapacidad del personal uniformado destinado a evitar estos comportamientos.
En la capital del Estado pocas veces o nunca se ha visto a un patrullero de vialidad perseguir, detener e infraccionar a un conductor por pasarse un “alto”, la infracción que más peligro representa para los otros choferes del servicio público o privado y especialmente para los peatones.
“El Espectador” tiene constancia de que en muchas ocasiones, aunque parezca increíble, los conductores de patrullas viales han ocasionado accidentes vehiculares, en los cuales los encargados de evitar violaciones al Reglamento de Tránsito son quienes lo infringen.