*De genio demoniaco pasó al reconocimiento de impulsor de la modernidad.
A mediados del siglo XX, un catolicismo mexicano en un alto porcentaje de bajo nivel escolar, desinformado y sin nociones históricas-religiosas tenía a Lutero como sinónimo de satanás, lucifer, diablo y demonio.
Durante siglos de coloniaje y de una deliberada y permanente campaña eclesiástica de desinformación, el monje agustino Martín Lutero fue desconocido en su verdadera dimensión religiosa y aportación a la modernidad, principalmente de Europa, extendida después a América.
A 500 años de la propuesta de Reforma a la Iglesia Católica, contenidas en sus famosas “95 tesis” del 31 de octubre de 1517, en Alemania, Lutero es reivindicado como el precursor de la pluralidad en el cristianismo. El propio papa Francisco en 2016 dio un paso más en el proceso de acercamiento y diálogo católicos-luteranos, al asistir a un imponente acto litúrgico a Lutero, en Lund, Suecia. En el mismo sentido apunta el documento “del conflicto a la comunión”.
En el suplemento cultural “La Jornada Semanal” del cotidiano del mismo nombre, Carlos Martínez García y Leopoldo Cervantes-Ortiz publicaron el último 17 de diciembre sendos bien documentados ensayos del hombre que ocasionó el cisma en la Iglesia Católica y sentó las bases para la diversificación de los grupos cristianos en el mudo: luteranos, calvinistas, anglicanos, entre otros. También reconocieron su importancia como traductor de la Biblia al alemán.
Los especialistas en el Tema sostienen que Lutero nunca pretendió destruir la Iglesia Católica, de la cual formaba parte, ni siquiera previó el rumbo y alcance de su Reforma, sino mejorar la actuación de la Curia Roma, encabezada entonces por el papa León X.
No obstante, sus “95 tesis” apuntaban y erosionaban el corazón y las motivaciones principales de la jerarquía eclesiástica de la época: la recolección de dinero de los creyentes mediante la venta de indulgencia para la reducción de penas por pecado, inclusive la absolución total.
Su inconformidad con esta práctica creció cuando el papa León X envió a uno de sus cercanos a vender indulgencias a Alemania, en 1516, con el pretexto de recabar fondos para la reconstrucción de la Basílica de San Pedro en Roma.
Al año siguiente, en la “Tesis 86” cuestionó severamente el tema de las indulgencias: “¿Por qué no el papa, cuya riqueza es mayor que la de cualquier rico, no construye la Basílica de San Pedro con su propio dinero en vez de con el dinero de los pobres creyentes?”, sostuvo en lo que fuera considerado una herejía.
El contenido de las tesis luteranas circuló en forma extraordinaria en un tiempo en que las comunicaciones eran rudimentarias: En un mes fueron conocidas en toda Europa, lo cual generó una reacción de condena del papa León X, y terminó en la excomunión del monje agustino.
Desde entonces Lutero fue víctima de una campaña de desprestigio, desinformación y calumnia en todos los países católicos del mundo. Fue presentado como “emisario del mal”. Y resultó exitosa durante más de 450 años, hasta que el conocimiento de la realidad comenzó a ubicar al personaje en su justa dimensión.
La jerarquía misma de los enemigos del reformador indica la importancia del teólogo, filósofo, estudioso y conocedor en su tiempo como ningún otro de su tiempo, del contenido de la Biblia: el papa León X, y el monarca español y del “Sacro Imperio Romano Germánico” Carlos V (en ese tiempo España conquistaba México).
A escala mundial, y guardando las debidas dimensiones, en una campaña parecida a la de Vicente Fox contra Andrés Manuel López Orador, hace 500 años Lutero fue presentado como un peligro para el catolicismo, cuando en realidad lo era para la Curia Romana, y en especial para León X (protector del artista Rafael).
Lutero nunca imaginó lo que su Reforma ocasionaría en Europa, con la división del cristianismo y la provocación de guerras entre católicos y luteranos, que involucraron a las monarquías. Con intervalos, esas guerras ocuparon un período de 80 años, y concluyeron en 1648, poco más de un siglo después de la muerte del monje agustino.
Estudiosos del tema atribuyen al protestantismo una visión del mundo que propició el desarrollo de los países que adoptaron esta religión, de lo que en América el mejor ejemplo es Estados Unidos, en contraste con las naciones conquistadas por España.
GRANDES GENIOS HAN ELOGIADO A LUTERO
Si la grandeza de un hombre se mide por los enemigos que tiene, igualmente se miden por los personajes que lo elogian. Y en el caso de Lutero, las opiniones y definiciones de grandes teólogos, filósofos, literatos y economistas sobre su obra son categóricas.
La Biblia traducida del hebreo al alemán fue considerada por Bertol Brecht como el libro más importante de Alemania, mientras Johann Wolfgang Goethe sostuvo: “los alemanes se convirtieron en pueblo con Lutero”, a quien consideraba un liberador del espíritu.
De la misma forma lo elogió Heinrich Heinei. Hegel dijo que Lutero sentó las bases y aportó “el componente religioso de la modernidad”. El cubano José Martí sostuvo que “todo hombre libre debe colgar en su muro, como el de un redentor, el retrato de Martín Lutero”, a quien admiraba. Octavio Paz también valoró la Reforma.
En su ensayo Cervantes-Ortiz recuerda que Hegel consideró a la Reforma luterana como “la última etapa del desarrollo de la conciencia”. Por su parte, Carlos Marx, en su obra cumbre, “El capital”, calificó a la Reforma Protestante como “el triunfo de la burguesía en su objetivo de adueñarse por completo de la vida humana”.
Engels, a su vez, criticó la posición de Lutero al lado de los príncipes en la Guerra de los Campesinos alemanes (1525-1526), que terminó con el aplastamiento y ejecución de los rebeldes. El monje condenó el movimiento rural.
LUTERO TRADUCTOR
En su ensayo sobre Lutero Carlos Martínez García se refirió a la obra de Lutero como traductor de la Biblia al alemán, lo cual igualmente irritó a la jerarquía de la Iglesia Católica; sobre todo, porque el contenido lo hizo accesible al alemán común y corriente, para que adquirieran y se democratizara el conocimiento religioso del Nuevo y Viejo Testamento.
El primer texto fue traducido cuando estaba en prisión, en una de las muchas estancias en cautiverio. Lo publicó en 1522 y posteriormente publicó la traducción del Viejo Testamento, con lo cual la Biblia completa fue traducida al alemán, ante el enojo del papado y del propio Carlo V, pues el latín perdió el monopolio en materia de lengua en que estaban escritos los dos textos religiosos. Lutero fue acusado de distorsionar y manipular el contenido de los dos textos fundacionales del catolicismo.