La baja productividad del Estado de México es un grave problema soslayado, no percibido o minimizado por las autoridades y la propia comunidad estatal. El fenómeno es preocupante, pues refleja y explica en parte la extendida pobreza en suelo estatal. Otro factor clave para entender los bajos niveles de bienestar de cerca del 60 por ciento de la población mexiquense lo constituye la injusta distribución de la riqueza; es decir, de los beneficios derivados del esfuerzo general.
El nuevo gobernador, Alfredo del Mazo Maza, es engañado ya respecto a las condiciones económicas generales del Estado, como lo prueba un comunicado de prensa emitido hace poco por el Poder Ejecutivo, en el cual hablaba del mejoramiento de la productividad. Esa posición sólo puede entenderse como producto o del desconocimiento o de datos falsos proporcionados al mandatario por parte de sus colaboradores.
La gravedad de la situación se complica, lo mismo que su solución, porque la precondición para resolver un problema es conocerlo y reconocerlo. Sólo así pueden diseñarse y ejecutarse políticas públicas oportunas y eficaces. Cuando se ignora la dimensión del mismo, sencillamente no puede solucionarse. Y en este caso, los datos duros del INEGI no dejan lugar al optimismo y visión color de rosa de la realidad expuesta por el Ejecutivo Estatal.
En dos partes “El Espectador” procesó, examinó e interpretó y difundió la información estadística del INEGI relacionada con el producto interno bruto (PIB) del país y de los estados. Los resultados de ese trabajo son desalentadores: los mexiquenses producimos poco, y el problema en lugar de superarse se agrava. La población general y específicamente la económicamente activa (PEA) registra una productividad muy inferior al promedio nacional y muy lejos de aquella de estados con gran dinamismo económico.
La PEA estatal representa el 14.0 por ciento de la total del país, pero el valor de los bienes y servicios producidos en 2016 (los resultados del 2017 se conocerán hasta finales de este año) representaron apenas el 8.9 por ciento del PIB nacionales. Tan sólo para estar en el promedio nacional esa contribución debió ser del 14.0 por ciento.
En términos absolutos, el Estado de México debió producir bienes y servicios ese año por 2 billones 263 mil 787 millones de pesos; es decir, 584 mil 142 millones de pesos más que el billón 679 mil 645 millones mencionado, producidos por una PEA de 7 millones 326 mil 292 mexiquenses. La pobre productividad promedio de los mexiquense resalta más si se compara con la de los trabajadores de otras entidades federativas.
La Ciudad de México, con una PEA de 4 millones 183 mil 283 personas produjo en el año de referencia 3 billones 197 mil 348 millones de pesos, para una productividad superior en ciento por ciento a la del Estado de México, pero esta diferencia es mayor cuando se mide por persona, lo cual refleja el grave problema de escasa producción de riqueza en la entidad.
Otro ejemplo: el 8.9 por ciento de aportación estatal al PIB del país está 5.1 puntos porcentuales por debajo del promedio nacional, pero ese 5.1 por ciento indica que para que el Estado de México se ubique en la media nacional, debe elevar su productividad un 57.0 por ciento. Otro dato preocupante es el del retroceso de esa aportación, porque llegó a ser del 10 por ciento y durante el gobierno de Eruviel Ávila Villegas bajó hasta el 8.9 por ciento. Así de grave es el problema que no perciben ni les preocupa a gobierno y sociedad.