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COORDENADAS POLÍTICAS INTERESES DE NEOLIBERALES Y CAPITAL FINANCIERO PRESIONAN A EPN PARA CONSERVAR LA PRESIDENCIA

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Hace siete años el PRI se encontraba en una difícil situación en términos de cuadros para la candidatura presidencial. Sólo tenía dos: Manlio Fabio Beltrones, quien no garantizaba el triunfo, y Enrique Peña Nieto, entonces gobernador del Estado y con alta popularidad al interior del priismo nacional y de la población en general. Ahora está peor.

Entonces era tanta la influencia peñista al interior de su partido, que decidía quién debía encabezar el CEN y quién ser candidato a gobernador. Al final de la campaña electoral perdió parte de la confianza ciudadana y su buena imagen no se tradujo en la copiosa votación esperada.

La situación del PRI es ahora más adversa que en 2012, porque ese año era el PAN quien estaba desgastado. Hoy lo está aquél, por los claros resultados insatisfactorios del gobierno federal para la mayoría de los mexicanos. Los indiscutibles avances en algunos campos no llegan al bolsillo de la población, y por eso Peña Nieto tiene baja aprobación ciudadana.

En el plano político y electoral, la desventaja es tanta que el partido gobernante se vio obligado a postular para la presidencia de la República a un ajeno a sus filas, por el desprestigio de la marca PRI. La complicada posición llegó a tanto que la disyuntiva era: tratar de conservar la presidencia de la República con José Antonio Meade, aun con riesgo de perder, o darse por derrotado antes de la jornada de votación con un abanderado propio.

De cualquier manera, en 2012 el grupo neoliberal y el capital financiero nacional e internacional salieron ganando. Los primeros se apoderaron del Poder Ejecutivo y en la actualidad son quienes influyen en las decisiones más relevantes del mandatario de origen mexiquense. Aprovecharon la popularidad de éste para beneficiar sus propios intereses.

Impusieron su hegemonía en el PRI, en el Poder Ejecutivo, sometieron a su estrategia a los gobernadores, senadores y diputados federales del tricolor y les impusieron a los priístas como abanderado presidencial a Meade, quien ahora batalla para obtener el respaldo verdadero, no sólo formal y declarativo de la estructura partidista y de los cuadros y activistas inferiores, los verdaderos movilizadores del voto a las urnas.

Les favoreció que el PRI no tuviera un cuadro propio con arraigo popular suficiente como para mantener la presidencia. En estas condiciones les resultó fácil imponer al extitular de la SHCP. Antes los neoliberales habían mostrado su poder partidista al hacer cambios a los documentos básicos del partido gobernante, con el fin de hacer abanderado a uno de los suyos, pero sin trabajo, ni militancia partidista.

Meade es parte fundamental del núcleo duro de los neoliberales, favorecedores del capital financiero nacional e internacional, cuyas exorbitantes ganancias, especialmente de los bancos, no las obtienen en ningún otro país, pero no es carismático. No entusiasma y más bien incomoda a los priístas. Por eso estará en peligro de perder, con perjuicio para los privilegios del reducido grupo dueño de la riqueza nacional. Por ello, según los enterados,  el presidente Peña Nieto está sujeto a terribles presiones de los neoliberales y de quienes han tenido a la administración federal a su servicio, para que haga lo que sea necesario para que José Antonio Meade gane la elección presidencial y por ningún motivo deje que Andrés Manuel López Obrador conquiste el poder.

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