La Doña, se fue…pero siempre existirá en nuestros corazones.
La casita en el fraccionamiento Galaxia suspira por su ausencia. La pequeña iglesia de San Diego también, y aunque el cielo se niega a hablar, hay alguien que vio el infortunado desenlace y dice, que al fin descansó. Doña Eufemia, “La Doña”, persona entrañable para propios y extraños. A la llegada de su primogénita extendió sus brazos mirando al cielo, y con el último halo de vida se despidió; su rostro sereno reflejaba la satisfacción del deber cumplido. Renuncio a todo lo que tenía en este mundo y luego… se fue…
Le conocí hace tres décadas; era una persona risueña, afable y muy servicial. En los primeros años solo el saludo y la seguridad de ser vecinos era lo que nos unía. De ella solo sé que vivió el presente añorando el pasado, y que esperaba ansiosa la anhelada felicidad. También se de buena fuente que realizo su oración día con día para que el todo poderoso protegiera a los suyos. Su fe inquebrantable a nuestro salvador y a la virgen morena nunca se vio afectada por la rutina, más bien se avivaba en cada oración. ¡Que interminables se tornan las horas, los días y los meses ahora en su ausencia!…
Ella se fue, ya no volverá; es cierto, pero quedan una y mil cosas para recordarle, sus enseñanzas, sus dichos, sus frases, la sonrisa amable en su rostro… Tal vez un día allá en el infinito, se entere que fue bien amada por toda su familia y por todo aquel que le conoció. Desde allá seguirá enviando bendiciones a los suyos. Como olvidar que cada plática, cada momento y cada suceso era una nueva oportunidad para aprender, enseñanza que permitiría estar en condiciones de enfrentar la vida. Ella se fue, pero no totalmente, está aquí, en la mente de aquellos pequeños ahora convertidos en hombres y mujeres de bien, y a quienes cuido con ahínco como si fueran propios. Está en el recuerdo y en el corazón de quienes compartimos experiencias con ella algún día. Se encuentra muy dentro de nuestra alma. Sin la preocupación y la incertidumbre de saber lo que ocurre a sus hijos en lugares próximos y remotos.
Muy difícil es amar lo que nació para morir; difícil también es llenar el vacío en el corazón… Se necesita algo más que intenciones. Solo las personas que se han dado generosamente a su prójimo son dignas de trascender en el tiempo y el espacio y sus enseñanzas perduran una vez que han llegado al final del camino.
Aunque ella se haya ido, todo mundo estará en paz con su propia conciencia de haber hecho lo conducente y permitir con ello que sus últimos años viviera rodeada de cariño, sin sobresaltos, sin temores, con la paz y la tranquilidad que da el saberse protegida. En estos momentos… sus hijos quisieran ser inmunes al dolor. ¡Ojala se pudiese volver el tiempo atrás¡. Pero… atentar contra el tiempo es atentar contra Dios, Sería como abrazarse a una cascada y esperar que se materialice el torrente de agua. Como explicarle a la razón y decirle que fallo, que la ausencia será difícil de superar y que a partir de ahora se vera de que están hechos todos y cada uno de los suyos. Ella se fue y dejo un halo de nostalgia; pero a la vez, la certeza de que siempre habrá tiempos mejores y que por cada lágrima derramada habrá una palabra de consuelo.
Que difícil se hace lo posible. Cuando lo arruina la ignorancia. . Por más que busco no encuentro respuestas; es más, hasta la pregunta desconozco. Para poder conquistar corazones es necesario ser una persona de alma laboriosa, es necesario desprenderse de poses, de justificaciones sin sentido, de falsas promesas y dar el todo por el todo. Por ahora no caben más reproches ni reclamos, pues se bien que todos sus hijos y familiares hicieron su mejor esfuerzo por llenarle de cuidados y de amor. Ella se fue, la piedra angular de esa entrañable familia. Ahora disfrutamos este sacrificio con resignación y entereza, recordando.
Que solo se nos adelanto en el camino y que desde el cielo se convertirá en el ángel guardián de toda su familia. ¡Dios la tenga en su santa gloria!