El arzobispado de Rivera Carrera fue controvertido por su apego a lujos.
El cardenal Carlos Aguilar Retes, con poco más de un año y 5 meses con esa jerarquía, se encumbró el día 5 de este mes a los primeros planos del mando católico del país, al asumir la Arquidiócesis Primada de la Ciudad de México, una de las más pobladas del catolicismo en el mundo.
Se convirtió en titular de la demarcación católica número 36 en la línea sucesoria de Fray Juan de Zumárraga. Relevó en el cargo a Norberto Rivera Carrera, un dignatario religioso fuertemente cuestionado por su apego a los lujos y al poder público y económico.
Del ahora ex arzobispo capitalino se llegó a decir que era el más acabado ejemplo de una no declarada, ni reconocida corriente eclesiástica de “opción preferencial por los ricos”.
No obstante, las mayores críticas se le hicieron por su presunto encubrimiento y protección a sacerdotes pederastas, lo cual siempre negó.
Aguiar Retes llegó al cargo a la considerada más poderosa e influyente Arquidiócesis Metropolitana de la Ciudad de México después de una discreta, pero larga y eficaz carrera en cargos directivos de la Conferencia del Episcopado Mexicano y de la Conferencia Episcopal Latinoamericana.
En esos cargos directivos conoció e hizo amistad con el ahora Papa Francisco, quien en octubre de 2016 lo ascendió a cardenal, y el 7 de diciembre los designó arzobispo primado, para relevar a Rivera Carrera, quien cumplió la edad para jubilarse. En forma acelerada su renuncia fue aceptada, prueba de que no contaba ya con el apoyo del Vaticano.
Aguiar Retes ascendió en su carrera religiosa en suelo mexiquense. Su primer cargo de alta jerarquía fue el de obispo y se le asignó la Diócesis de Texcoco. Después progreso al ser nombrado arzobispo de Tlalnepantla y ahora ocupa la de Ciudad de México. Se trasladará a tal vez unos 25 kilómetros de la residencia que ocupaba, para instalarse en la colonia Lindavista de la capital del país, donde se localiza la mansión del titular de la Arquidiócesis de la cual ahora es titular.