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“Si Trabajamos esa Maquinaria, los Jefes Perderían Mucho Dinero”

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Foto: Archivo
Entre las cosas que no se explican en la paraestatal está el por qué mantiene ocioso a su personal y equipo.

Obrero altamente calificado, fue liquidado por la empresa asentada en Naucalpan, porque no quiso mudarse a Querétaro, a donde se fue la compañía estadounidense. Le ofrecieron pagar el alquiler de una vivienda y otros apoyos.

Es que era un mecánico industrial joven, pero experimentado, responsable, cuyo trabajo era de calidad, bien apreciada y remunerada por la factoría, filial de una poderosa corporación dedicada en su país a la fabricación de armamento.

No lo convencieron y la parte patronal lo indemnizó generosamente. Ya sin trabajo, pensó descansar unas semanas antes de ponerse a buscar otro empleo en la misma zona fabril, y a pesar de la crisis económica, confiaba en acomodarse de nuevo cerca de su domicilio, pues llegar de su casa a su anterior empleo le llevaba 14 minutos, caminando.

No pudo cumplir su plan de descanso, porque un cuñado lo convenció para que fuera a buscar trabajar a Petróleos Mexicanos. El pariente político conocía a un dirigente seccional de la ahora Empresa Productiva del Estado y podía ayudarlo a colocarse.

Habló con el representante sindical y éste se comprometió a darle el empleo, pero había que pagar una determinada suma de dinero por “el favor”.

Disponía de fondos por la liquidación, y no tuvo problemas para pagar e ingresar a la entonces empresa pública descentralizada. El cuñado ya le había dicho al dirigente sindical que su hermano político era un obrero altamente calificado.

En ese entendido, el personaje estaba seguro de que lo contratarían para el departamento de talleres y podría ganar hasta más que su anterior empleo de mecánico industrial altamente calificado.

No fue así: le dieron una plaza de vigilante. No era malo el salario. Casi era igual a su anterior, con la diferencia de que en Petróleos Mexicanos hacía muy poco esfuerzo y le pagaban tiempo extra por no hacer nada.

De todos modos insistió en que lo asignaran al departamento de talleres. No consiguió el cambio, pero se hizo amigo del jefe de talleres. Y así, un día visitó a éste en su área. Lo pasó a las instalaciones y le mostró maquinaria moderna, de última generación.

Había tornos horizontales, fresadoras, cepillos, honeadoras, tornos verticales, taladros computarizados, esmeriladoras: todo lo necesario para fabricar piezas de repuesto para calderas, comprensoras, perforadoras de suelo y otros bienes de capital.

Todas las maquinas estaban ociosas. No trabajaban. Sorprendido el mecánico industrial convertido en vigilante le preguntó a su amigo por qué no ponían a funcionar la maquinaria. La respuesta fue más sorprendente: “si trabajamos la maquinaria, los jefes perderían mucho dinero”. Es que se mandaban maquilar todo el trabajo.   

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