
1-Una abrumadora mayoría de mexicanos está segura de que la ejecución de Colosio fue crimen de estado; sobre todo, porque sólo el estado dispone de poder, márgenes de maniobra, recursos diversos y los mecanismos para ocultar bien sus crímenes. Y esto no es nuevo; al contrario, hay antecedentes desde las primeras décadas de nuestra época, como ocurrió con Julio César. Asesinado en público, todavía no se sabe con precisión quien fue el verdadero cerebro. Así pasó con Colosio.
2-El gobierno federal y su partido dejan la impresión de que dan por hecho la derrota de su candidato presidencial y la victoria de López Obrador, porque se dedican a hablar de lo que será el país si gana el tabasqueño.

3-Condenable y preocupante resulta la ejecución del periodista veracruzano Leobardo Vázquez, en Gutiérrez Zamora, Veracruz. También es condenable que el gobierno de ese estado haya salido de inmediato a negarle a la víctima la condición de informador profesional y lo haya presentado como “taquero”, ocupación, por lo demás, digna, honesta, respetable, útil y legal. Lo hizo para desvincular su muerte de su actividad profesional, como si alguien dedicado a la venta de alimentos para completar el gasto familiar no pudiera ser periodista. Lo victimizó también el gobierno de Miguel Ángel Yunes.