Inseguridad Pública, Impunidad, Corrupción, Pobreza, Ineficacia y Opacidad, Legados de EAV.
Como se revela en la nota principal de portada de esta edición de “El Espectador”, si el Estado de México fuera nación, en 2016 -último año completo de la administración de Eruviel Ávila Villegas- habría ocupado el primer lugar mundial por el porcentaje de los delitos no castigados; es decir, impunes, en los cuales por esta circunstancias las víctimas lo son por partida doble.
Esta preocupante realidad se refiere exclusivamente a los ilícitos denunciados y convertidos en carpetas de investigación, porque el fenómeno es casi 20 veces más grave en suelo mexiquense, si se toma en cuenta los agravios penales no denunciados, en cuyo tema el Estado de México ocupa el segundo lugar en la República.
Si en 2016 apenas se denunciaron 4.55 ilícitos por cada cien cometidos y las carpetas de investigación fueron 291 mil, nada más es cuestión de hacer cuentas para entender el verdadero nivel de impunidad en favor de los delincuentes prevaleciente en suelo mexiquense ese año, ante la indiferencia institucional y social.
Cabe preguntar, ¿qué hacía las autoridades ante el problema de la impunidad? y ¿por qué los partidos de oposición y las organizaciones no gubernamentales no denunciaban (ni entonces ni ahora) la situación? En estricto rigor, en 2016 el estado de derecho fue inexistente en suelo mexiquense, ante la indiferencia total de los contrapesos institucionales, las organizaciones civiles, las agrupaciones profesionales de los abogados y los medios informativos.
Lo peor es que nadie responde por este legado de Eruviel Ávila Villegas; al contrario, el exmandatario estatal ha sido premiado por su partido con una candidatura plurinominal para un escaño senatorial, asegurado de antemano, y con la vicecordinación de la campaña electoral del candidato presidencial del PRI, José Antonio Meade, lo cual le garantiza un blindaje absoluto. Por si fuera poco, el entonces titular de la PGJEM lo es ahora de la FGJEM y no hay interés por investigar el problema.
Llama la atención y preocupa que las nuevas autoridades estatales ni siquiera se hayan atrevido a informarle a la sociedad sobre las condiciones generales del Estado en las que la dejó Ávila Villegas, y todo parece indicar que ya asumieron al ciento por ciento lo de “borrón y cuenta nueva”.
La nueva administración fue más allá y dejó en manos de los allegados a Ávila Villegas posiciones y espacios estratégicos de poder, lo cual explica en mucho la difícil posición electoral del PRI de cara a las elecciones federales y locales del primer domingo de julio. Los votantes no son tontos, y perciben el claro encubrimiento al próximo senador y su gente; sobre todo, porque no hay indicios de rendición de cuentas.