Definitoria para el Futuro de México, la Elección Presidencial

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En las elecciones de este año se apuesta al futuro de nación que necesitamos.
*El PRI, con candidato ajeno a sus filas. *AMLO, a fuego cruzado. *Anaya, blanco inicial.

En la contienda presidencial en marcha sólo en un punto coinciden el gobierno federal y el PRI con la oposición: el resultado será definitorio para el futuro del país. No obstante, difieren en cuanto al nombre del candidato garante de un mejor futuro para los mexicanos, de acuerdo con un análisis de “El Espectador” al momento electoral.

Las elecciones del primero de julio serán las más importantes de la historia moderna del país. Y no sólo por el número de cargos de elección popular en disputa el primero de julio: presidencia de la República, 500 miembros del Congreso de la Unión, nueve gubernaturas y miles de miembros de los ayuntamientos y legislaturas locales, sino también porque estará en consulta el modelo de desarrollo de país y la redefinición de su papel en el mundo.

El propio presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en un comportamiento similar al asumido por de Vicente Fox Quesada en 2006, se metió a las campañas, al atribuirle al candidato postulado por su partido, José Antonio Meade Kuribreña, las virtudes necesarias para sacar adelante a la nación de los graves problemas actuales y futuros.

No obstante, tanto el candidato de “Por México al frente”, Ricardo Anaya Cortés, como el de “Junto haremos historia”, Andrés Manuel López Obrador, coinciden en calificar al abanderado priísta como representante de un régimen y una forma de gobernar inepta, ineficaz, corrupta y entreguista a los grandes intereses económicos nacionales y extranjeros.

Desde su perspectiva, de ganar Meade Kuribreña se profundizará el sistema neoliberal que ha generado pobreza, concentración de la riqueza en pocas manos, inseguridad pública, corrupción e impunidad.

Las tareas proselitistas de los tres candidatos presidenciales con reales posibilidades de ganar comenzaron en un panorama político y electoral caracterizado por el “juego sucio”, las medias verdades, con un Andrés Manuel López Obrador, puntero en la intención del voto, sujeto a fuego cruzado de Anaya y Meade, al cual se suma Margarita Zavala.

El PRI comenzó en tercer lugar sus trabajos proselitistas para conservar la presidencia de la República, y por primera vez con un abanderado ajeno a sus filas, quien se presenta como candidato ciudadano honesto, experimentado, capaz e interesado en acabar la corrupción.   

De la misma forma por primera vez participa una candidata presidencial independiente, pues en el pasado contendieron con esa figura varios personajes, pero sin registro oficial y sin posibilidades de que sus votos fueran tomados en cuenta. El último fue el líder comunista y ex preso político, Valentín Campa, en 1976.

López Obrador participa por tercera ocasión como candidato presidencial, y es reconocido dentro y fuera del país como el principal líder social de México. En 2006 era el favorito para ganar, pero el apoyo de última hora de Elba Esther Gordillo y gobernadores priísta le permitieron a Felipe Calderón derrotarlo por un estrecho margen.

En 2012 llegó supuestamente sin posibilidad alguna de triunfar, debilitado por 7 años de  campaña de desprestigio. No obstante, quedó en segundo lugar, con más de 16 millones de votos, para conseguir en las dos elecciones más de 30 millones de sufragio y convertirse el mexicano más votado de la historia. Gane o pierda este año, se acercará a los 50 millones de votos.

Ricardo Anaya enfrenta ahora también una campaña de desprestigio, pero para quitarlo del segundo lugar y elevar a esa posición a Meade, cuya candidatura carga con la imagen de partido corrupto del PRI, al cual no pertenece y a cuyas bases no entusiasma. Es el preferido de los dueños del dinero y de los intereses económicos que dominan el mundo.

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