E.LORO

“Ella se llamaba Martha, ella se llamaba así…” Durante muchos años viví asociando el nombre Martha a esa canción que conocí en mi infancia, tiempo también conocido como prehistoria antigua. En aquel entonces acostumbraba ver el cielo por las noches, me fascinaba observar las estrellas y, particularmente, buscar ovnis. Era la época en que Mausan aún hablaba como científico, ya después lo perdimos en el camino.
No sé si así sea la infancia de todas las personas, pero era común que algún amigo llegara con conocimientos e ideas obtenidas de no sé dónde, que de inmediato asimilaba como verdades universales, tal era el caso de las abducciones alienígenas.
Qué motivaba a los extraterrestres a ‘robarse’ a las personas, pues nada complicado, en realidad solo te ‘robaban’ si los veías. Sí, así. Uno podía estar tranquilamente observando el cielo nocturno y de la nada avistar un platillo volador, entonces lo que se debía hacer era voltear para otro lado, porque si las creaturas esas de civilizaciones ultra mega desarrolladas e hiper tecnológicas se asomaban por la venta de la nave y se daban cuenta de que uno los estaba viendo, pues no tenían otra alternativa que llevarnos con ellos.
He de confesar que la idea, absurda, creo, resultaba extrañamente, ambas, atractiva y espeluznante. Claro, como todos los niños, había crecido con el recordatorio constante de que un vagabundo me podía robar, cortarme las manos y ponerme a mendigar, razón de sobra para desconfiar de todo mundo y a todas horas.
Aun así, la cosa cambiaba tratándose de los extraterrestres. Me preguntaba si acaso, una vez, robados, los humanos eran llevados como animales de circos intergalácticos a lejanos y exóticos planetas. Y sí eso me sucediera a mí ¿qué más podría vivir en una situación así?
Me imaginaba que tal vez, en la jaula de al lado, tendrían cautiva a una hermosa chica, que en mi mente siempre era adolescente; es decir, mayor que yo, de quien me enamoraría -y ella de mí, obvi- y juntos nos escaparíamos en medio de un baño de sangre alienígena, rayos láser, vísceras verdes, pieles como de burbuja y explosiones espaciales, para después recorrer felizmente la galaxia juntos por los siglos de los siglos…
En fin, que eso recordé ahora que escuche de vuelta esa canción.