Las cosas que parecen las más sencillas y obvias de la vida, cuando tienes un hijo se pueden llegar a complicar de una manera inimaginable.
Tanto para mi esposo como para mí, era la primera vez que lo hacíamos, parecía algo sencillo, sin complicación, la mayoría del mundo lo ha hecho y, en teoría, no había nada de qué preocuparse. Así, los dos con la mayor disposición pusimos manos a la obra. Teníamos a nuestro alcance TODO lo que según nosotros podíamos llegar necesitar para aquel momento tan especial y, por qué no, tan esperado por ambos… sabíamos de antemano que tarde que temprano… ese día llegaría.
Teníamos cremas, pomadas, toallas, hasta talco, y el lugar perfectamente organizado, en teoría todo debía salir a la perfección tal y como lo habíamos soñado durante mucho tiempo. Inclusive pusimos música clásica para mejorar aún más la atmósfera y estuviéramos más relajados: “lo teníamos todo bajo control”. Una vez decidido que el ambiente era el más adecuado, nos pusimos en acción.
Ambos estábamos emocionados, pero a la vez un poco nerviosos y preocupados; sin embargo, decidimos dejarnos llevar… No quiero ni contarles lo mal me fue, lo resumiré: acabé totalmente sucia, agotamos medio paquete de toallitas, él terminó empapado de pies a cabeza, el velcro se rompió más de una vez, lo pusimos al revés… qué más puedo decir… definitivamente la primera vez si uno no está del todo preparado será un verdadero desastre.
En algún momento de la vida hay personas que tienen la oportunidad de convivir con bebés, ya sean primos, sobrinos, hermanitos o qué se yo, pero del otro lado del universo existimos aquellas personas quienes por alguna extraña razón nunca tuvimos la oportunidad de convivir con ninguno, y cuando de repente nos damos cuenta que AHORA nosotros somos responsables de ellos, nos percatamos que, efectivamente, hay para quienes todo es sencillo, natural y hasta fácil. Pero existimos otras personas para las cuales hacer las cosas más cotidianas puede resultar algo realmente complejo.
Un simple cambio de pañal puede parecer la tarea más confusa de este mundo, no importa cuánto hayamos estudiado o cuán preparados creemos estar listos para recibirlos, cuando llega el momento parece que TODO lo que creíamos saber, en realidad no es NADA.
Sin embargo, de esta maravillosa experiencia aprendí que siempre debes tener a mano más de un pañal porque nunca sabes lo que te espera. Así como lo oyen, esas cositas tan tiernas, tan delicadas y dulces son capaces de hacer GRANDES cosas, así que ¡hay que estar preparados para lo que venga!
Con cariño mamá
