1-Los mandos de la campaña de José Antonio Meade compraron la idea del gran liderazgo del ahora exgobernador Eruviel Ávila Villegas en el Estado, considerado la gran reserva de votos priístas, pero pronto se dieron cuenta de que es antipopular, por haber gobernado mal y llevar a la entidad mexiquense casi a la quiebra. Por eso no aparece por ningún lado y lo tienen haciendo trabajo interno irrelevante. Perdió mucho cuando no pudo frustrar la alianza del “Por el Estado de México al frente” en Ecatepec, y luego al no poder imponer a un candidato “opositor” más para dividir la clientela electoral de esa coalición, a lo cual se había prestado ya el verdadero dirigente y eterno dirigente del PT, Óscar González Yáñez.
2-Andrés Manuel López Obrador modificó su posición frente al NAICM: ahora considera posible concluirlo, pero si toda la inversión es privada, no pública, como está ocurriendo en estos momentos. Es prudente este cambio de percepción, como es su insistencia en investigar y sancionar los casos de corrupción en el otorgamiento de los contratos de obras públicas. No obstante, los contratistas están en la cínica posición de que “lo caído, caído”.
3-También llama la atención que ninguno de los asesores del tabasqueño haya reparado en que el valor comercial de los 50 millones de metros cuadrados del patrimonio inmueble de los mexicanos, cedidos para el megaproyecto del NAICM, debe contabilizarse como inversión pública para efectos de distribución de las ganancias que tendrá la terminal área cuando esté en funcionamiento.