Coordenadas Políticas: Elección Presidencial: No Hay Lucha Anticapitalista

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(Novena parte)

Una maestra jubilada sostenía, muy convencida, que Andrés Manuel López Obrador ya había firmado un compromiso para expropiarle casas a todo mexicano que poseyera dos inmuebles. Es increíble el grado de desconocimiento de la naturaleza y características de la lucha por la presidencia de la República. Sorprende igualmente la propensión de la gente a creer versiones de este tipo.

Puede estarse de acuerdo o en desacuerdo con el político tabasqueño, pero eso de hablar de su intención de despojar a los mexicanos de sus viviendas, si tiene más de una, es una de las muchas mentiras en su contra, del mismo corte de las difundidas durante la “Guerra Fría”, cuyas campañas de desinformación, desprestigio, calumniosas y hasta absurdas, diseñadas y ejecutadas por la CIA encontraban eco en los mexicanos.

En esa época en las humildes chozas de las más apartadas y pobres rancherías de territorio nacional, carentes de servicios básicos, habitadas por personas sin ingresos, se pegaban cartones con la leyenda de “cristianismo sí, comunismo no”, y otros más con el mensaje de “satanás detente, no entres”. Sus moradores temían las expropiaciones.

Las familias campesinas fueron convencidas de que el socialismo era sinónimo de satanás y, consecuentemente, enemigo de la religión católica y de que si ese sistema se imponía en México les serán confiscadas sus viviendas y otros bienes, que en realidad no tenían ni -desafortunadamente- podían llegar a tener por sus condiciones económicas deplorables, frente a las cuales los que ahora padecen pobreza extrema hubieran sido acomodados, porque disponen de al menos energía eléctrica.

Las campañas de desinformación de Estados Unidos, ejecutadas por la CIA, exageradas y todo, desde su punto de vista e intereses tenían razón de ser, porque existía el bloque socialista y amenazaba con extender su sistema a todo el mundo. Ahora eso no existe, pero los argumentos de entonces siguen y, por lo visto con la maestra jubilada, tienen efecto y convence a muchas personas, pesar a lo risible que resultan.

López Obrador ni siquiera ha podido terminar en años un juicio testamentario en favor de sus hijos, que involucran dos modestos departamentos, ahora famosos porque salieron a relucir durante el primer debate de los candidatos presidenciales. Si ni eso puede hacer, menos podría llegado el caso confiscar los bienes inmuebles a quienes tengan más de uno.

En la actual lucha por la presidencia de la República no está involucrado ningún proyecto anticapitalista: ni uno solo de los abanderados de las coaliciones e independientes propone terminar con la economía de mercado. Ni siquiera ofrecen un modelo de gobierno antineoliberal, sino sólo moderar sus más brutales efectos e imprimirle al capitalismo salvaje una dosis de equidad. Si lo logran o no, ya es otra cosa, pero sólo a eso aspiran.

Andrés Manuel López Obrador, destinatario de la “guerra sucia” no es un socialista y mucho menos marxista. No busca cambiar el sistema capitalista, y más bien tiene como objetivo terminar con la corrupción, inclusive para desconcierto de sus seguidores, ha prometido perdonar a conocidos corruptazos, por lo que menos va a quitarle casas a quienes tengan más de una, como lo creen de buena fe y hasta con temor las personas manipuladas.

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