Mucha hipocresía en el medio político y en el periodístico en el caso “Margarita Zavala”. Fue severamente criticada por las irregularidades que cometió para conseguir las firmas de apoyo a su candidatura independiente. Hasta cárcel se pedía, porque supuestamente incurrió en delitos electorales.
Pero ahora que renunció a sus aspiraciones la colocan a la altura de Josefa Ortiz de Domínguez, Carmen Serdán y Leona Vicario. Como persona y como mujer la esposa de Felipe Calderón es respetable, pero de eso a que sea heroína por haber reconocido su endeble situación electoral, no la convierte en santa.
La verdad es que con sus salida ha quedado evidenciado el verdadero rostro de la política mexicana en cuanto a equidad de género se refiere. Ahora pasarán otros seis años antes de pensar en una mujer presidente, y eso si es que los partidos o sus cúpulas deciden que es tiempo de que así sea.
Su renuncia es sin duda una especie de derrota personal, pero también de género, aunque ahora mismo eso ya haya pasado a segundo término y haya quienes buscan ponerla a la altura de héroe nacional.
