
1-Triste papel el de Ernesto Cordero, quien fue secretario de Hacienda con Felipe Calderón y fracasó en sus intentos de ser candidato presidencial y líder nacional del PAN. Es presidente de la mesa directiva del Senado, como senador panista, pero le hace el trabajo sucio al PRI. De pena ajena esa denuncia penal contra su correligionario y candidato a la presidencia de la República, Ricardo Anaya.
Éste y cualquier político o servidor público de cualquier nivel deben ser investigados y castigados si cometió delitos, pero Cordero no se ha preocupado por el esclarecimiento de la presunta corrupción del “Caso Odebrecht”, ni por la “estafa maestra”, que involucran miles de millones de pesos, de fondos públicos, ni por el sueño de los justos que duermen 900 denuncias penales de corrupción contra funcionarios federales, estatales y municipales, incluyendo exgobernadores, por desvíos de fondos públicos federales. Por eso recibe críticas ahora.
2-El “Caso Iguala”, relacionado con la desaparición de 43 alumnos normalistas de Ayotzinapa prueba la ineficacia de la PGR. Los detenidos no tienen armados sólidos expedientes por las actividades delictivas que supuestamente realizaban, como tráfico de drogas, secuestros, cobro de derecho de piso, homicidios, delincuencia organizada y operación con recursos de procedencia ilícita. No hay órdenes de aprehensión por esos delitos, por ello hay temor de que al menos cuatro de los presuntos culpables queden en libertad por el amparo de un tribunal colegiado en materia penal, que ordenó reponer el proceso. Si tuviera acreditado que delinquían como parte de “Guerreros unidos”, no habría la posibilidad de que salieran libres, aunque los exoneraran del “Caso Iguala”.