
*La diferencia entre tasa activa y tasa pasiva es brutal: 500% más alta es la primera.
El sistema bancario mexicano, en abrumadora mayoría en manos de capitales extranjeros, obtuvo el año pasado 139 mil millones de pesos de ganancias, casi 20 mil millones más que las obtenidas durante 2016.
La misma tendencia al aumento observaron las utilidades en los tres primeros meses de este año, lo cual se explica por los diferentes cobros que hacen a sus clientes, como no se les permite en los países desarrollados.
Un ejemplo claro del abuso, consentido por las leyes de excepción que rigen el funcionamiento de la banca y el apoyo de las autoridades, es la diferencia entre las tasas de interés que pagan a los ahorradores y las que aplican a quienes les prestan dinero.
De acuerdo con un análisis comparativo de “El Espectador” a los intereses que cubren los bancos a quienes invierten su dinero, llamada “tasa pasiva” y la que cobran a sus deudores, “tasa activa”, la diferencia es del 500 por ciento, en promedio.
Un conocido banco, cuyos servicios se han deteriorado mucho en los últimos tiempos, difunde entre sus clientes sus altos rendimientos -según la institución bancaria- por depositar sus ahorros en sus sucursales.
En su propaganda pone ejemplos y sostiene que por un millón de pesos entrega intereses por 55 mil pesos, en un plazo de 12 meses, pero el monto se eleva hasta los 63 mil pesos al año, si se el depósito es superior a los 50 millones de pesos.
Esa es la media en pago de interés pagado por el conjunto de instituciones del sistema bancario mexicano a los ahorradores, si depositan su dinero por un plazo de 12 meses, y los réditos se entregan al final, con la cantidad depositada.
La publicidad del banco ofrece a las empresas créditos a una tasa final o “costo anual total” del 34.6 por ciento; es decir, una diferencia de 29.1 puntos porcentuales, que equivalen a un 500 por ciento de diferencia sobre lo que pagan a los ahorradores.
De acuerdo con analistas en economía y finanzas, una tasa de interés del 34.6 por ciento al año representa un costo excesivo para las medianas y pequeñas empresas, porque ninguna inversión en actividades lícitas puede obtener márgenes de utilidades superiores a ese porcentaje, como para hacer atractivo endeudarse.
Desde esta perspectiva y en la práctica, los bancos no fomentan las actividades productivas con sus altas tasas de interés al crédito; es decir, no reportan utilidad social con sus actividades. Pero al combinar lo anterior con los réditos que cobran por préstamos para el consumo, especialmente por conducto de tarjetas de crédito -en algunos casos superiores al 60 por ciento-, se explican sus ganancias de 139 mil millones de pesos (2017) en una economía nacional que no crece como lo necesita la población.