Ahora viene lo bueno… La necesaria reconciliación.

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La hora de la verdad llegó ayer para todos los partidos políticos; sin embargo, más de uno quedó inconforme con los resultados de la elección, debido a que como siempre hubo sucias maniobras, desde el tradicional acarreo y el mapachismo, hasta la amenaza y la intimidación vía supresión de los programas sociales. Nuevas modalidades como las llamadas telefónicas, para inducir el voto e infundir el miedo o el regalo exclusivo y personal, delitos electorales.
Los partidos se olvidaron como siempre, de hacer una campaña de propuestas, y realizaron una campaña de descalificaciones sobre todo las redes, lo que abonó a la crispación e irritación de la población. En este enrarecido ambiente de confrontación, hubo más de 125 muertes violentas cuyo origen se encuentra en el proceso electoral. Menudo trabajo de reconciliación y restauración del tejido social les espera a la nueva administración. Pero a todo esto, ¿Cuál democracia?, si los mismos viejos políticos con el mismo viejo discurso anacrónico se cansaron de bombardearnos hasta el hartazgo, con esa spotiza inmisericorde.
No por nada el voto nulo alcanzó una cifra considerable, que se convierte a la vez en un grito desesperado de la sociedad para que la partidocracia que gobierna al país deje de hacer caso omiso a las quejas y necesidades de la población, y de una vez por todas entienda, que la supuesta reforma electoral y los remedos de debate sirvieron para maldita la cosa, que lo rico de una elección es el escuchar las voces de todos los actores políticos; pero también de la sociedad civil. Más de uno ahora hace “chonguitos” para que los votos obtenidos les alcancen para mantener el registro, mientras que los otros, se aprestan a impugnar hasta lo inimpugnable para lograr colocarse como primera fuerza política.
Lo deseable en estos casos es que quien sea el ganador de cada una de los cargos públicos independientemente de su filiación política, tenga la capacidad para desarrollar la tarea para la cual ha sido designado, y no se regrese a las viejas prácticas de pagar cuotas al designar personajes “nefastos”; que nada aportan al buen funcionamiento del gobierno y solo ocupan un lugar, por cumplir con los compromisos contraídos durante la campaña. En todos los partidos y en todos los niveles de gobierno se adolece de este mal, pues aquellos individuos acostumbrados a vivir del erario público no ceden ni un ápice para permitir el arribo de gente comprometida con el servicio a la comunidad.
Este tipo de especímenes solo se dedica a vegetar y a cobrar un sueldo que no devengan, y de esto adolece el gobierno en sus tres. Durante este sexenio se proyectó una imagen de ineficacia en ineficiencia en todas las áreas, aunque en honor a la verdad algunos de los funcionarios gobierno (muy pocos por cierto) tienen probada calidad, sin embargo, no se les permitió concluir con su trabajo y fueron removidos de su cargo sin razón alguna.
En el ajedrez político, las torres, los caballos, los alfiles y los peones (altos mandos y mandos medios), deben tener la habilidad para sacar adelante el área de trabajo que les compete, para con ello demostrar, que la confianza depositada en ellos no es obra de la casualidad. En fin con su actuar deben devolver la confianza que les otorgo el triunfo en esta elección, de lo contrario pueden ver reducida drásticamente su popularidad y por lo tanto su clientela política. La FEPADE y el TRIFEL juegan ahora un papel trascendental y deben dar la razón a quien la tenga, sobre todo, cuando exista la certeza de que se hicieron bien las cosas y no se trasgredió la ley durante la precampaña, la intercampaña y la campaña, (me refiero al rebase en los topes de gastos de campaña).
Sin duda es una oportunidad inmejorable para el nuevo gobierno y para los partidos políticos, de encontrar la paz y la reconciliación del pueblo mexicano. Es momento también de catapultar al país a los primeros planos en el concierto internacional.

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