Panorama Político Mexiquense tras las Elecciones y la Debacle del PRI

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El resultado de las votaciones debe obligar a cambios en el gabinete estatal y en la forma como se relaciona con el Legislativo local y la federación.

La cercanía de la jornada de votación no permite al ciudadano común y corriente percibir en toda su dimensión el significado de la decisión, verdadera rebelión ciudadana, en contra de un modelo de crecimiento económico que concentra la riqueza y extiende la pobreza. El rechazo a la corrupción e impunidad tiene al mismo tiempo mucho de combate a la inseguridad pública, porque sin corrupción no hay inseguridad pública y en donde existe corrupción hay la violencia protegida desde las estructura de poder.

El voto abrumadoramente mayoritario en favor de Andrés Manuel López Obrador no sólo fue para cambiar de partido en la presidencia de la República, estados y municipios, sino para reorientar el rumbo del país, Si se hubiera tratado sólo de cambiar de partido tal vez el ganador hubiese sido Ricardo Anaya, cuyo partido es neoliberal.

Los cuadros de Morena todavía no pueden creer en la magnitud del apoyo ciudadano a López Obrador: triunfar en 31 de las 32 entidades federativas y en cerca de 220 distritos no estaba en sus objetivos. Debe reconocerse que no fue precisamente por la gran capacidad organizativa de los dirigentes de MORENA en los estados, que la casi totalidad eran del PRD y nunca mostraron eficacia para convencer a los electores de apoyar a sus candidatos.

En suelo mexiquense los “efectos López Obrador” se harán sentir en la Legislatura Local. Será dominada ampliamente por Morena y sus aliados, que tendrán durante tres años la presidencia de la Junta de Coordinación Política, lo que obligará  al gobernador Alfredo del Mazo Maza a hacer alarde de capacidad negociadora para sacar adelante las iniciativas importantes, porque su partido tendrá la bancada más famélica de la historia. Nadie hubiera esperado solamente un triunfo del PRI en las elecciones legislativas locales y ninguno en las federales.

Las nuevas condiciones políticas y electorales del país y del Estado de México seguramente obligarán al mandatario mexiquense a hacer cambios en su gabinete, porque varios de su equipo de trabajo no han acreditado idoneidad para los cargos: están desvanecidos. No se sabe qué hacen y menos se notan buenos resultados en sus áreas.

En el Estado de México el PRI gobierna en estos momentos 83 municipios, donde viven más de 11 millones de personas. A partir de enero será gobierno en sólo en unos 22 (dependerá de los resultados finales de la etapa de calificación), cuya población global es de 2.5 millones de mexiquenses. En cambio, Morena y sus aliados serán autoridades en unos 54 municipalidades, con cerca de 12 millones de gobernados. Hasta en Atlacomulco tendrá en sus manos el ayuntamiento.

Es buena noticia el trato civilizado, maduro y responsable que se conceden el presidente Enrique Peña Nieto y quien será su sucesor, Andrés Manuel López Obrador. Eso ha tranquilizado al sector privado, a quien la campaña de José Antonio Meade quiso poner en contra del tabasqueño.

La pregunta de los analistas políticos ahora es ¿quién de sus grupos políticos internos se quedará con el PRI?, ¿Salinas?, ¿Videgaray? Lo que está descartado es que la clase política mexiquense mantenga la hegemonía.

Las elecciones de alcaldes serán judicializadas; sobre toda, la de Naucalpan. No importa a quien le den el triunfo los cómputos municipales de este día: el que pierda acudirá a los tribunales para impugnar el resultado. Así ocurrirá en varios municipios, incluso ya lo anunció el PAN: demandará recuento de voto por voto en varias demarcaciones.

              

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