Urge un gobierno honesto, eficaz, transparente, y recuperar el sentido de comunidad en el país.
El nuevo gobierno federal encontrará un país con graves problemas, desconocidos en su verdadera dimensión por la sociedad, y ni siquiera merecedores de análisis y debate a fondo por parte de los candidatos presidenciales. Tocaron, y no a profundidad, los de inseguridad pública, pobreza, escaso desarrollo económico, ineficacia, corrupción, impunidad, educación, salud y justicia, pero no hablaron del desafío representado por el peso de la deuda pública, de las pensiones, de los daños ambientales y de los desaparecidos.
No se necesita mucha inteligencia para entender que estos problemas no se resolverán y más bien se agravarán si no tenemos gobiernos federal, estatales y municipales honestos, eficaces, con transparencia, rendición de cuentas, con respaldo social.
Dos problemas más con mucho impacto negativos en las malas condiciones generales del país, pero especialmente en las condiciones para la convivencia de los mexicanos fueron ignorados por los candidatos: el divorcio de las autoridades con la sociedad y la pérdida del sentido de comunidad. Ambas situaciones también necesitan solución urgente, inclusive constituyen precondición para poder avanzar en la solución de la problemática general.
Las autoridades de todos los ámbitos de competencia no requieren de presupuestos estratosféricos para vincularse e identificarse con sus gobernados. Sólo necesitan estar cerca e interesarse de verdad en sus problemas. Muchas veces ni siquiera deben resolvérselos para mantener buenas relaciones, pues la sociedad sabe entender cuando le explican y la persuaden de que no se atienden sus necesidades comunes por falta de fondos.
Más difícil será recuperar el sentido de comunidad o “restaurar el tejido social”, como lo dicen a la menor provocación quienes son aficionados a los eufemismos y frases bonitas para referirse a condiciones lacerantes, con el fin de evadir, ocultar o restarle peso a la gravedad de esta situación.
La pérdida del sentido de comunidad se expresa en la falta de solidaridad, de consideración y de respeto a los derechos de los demás y en el desinterés por los problemas comunes a escala del país, estados, municipios, pueblos, barrios, colonias, calles, manzanas y cuadras, y en la rijosidad que presenciamos en las calles, especialmente entre los conductores de vehículos, pero también en el incumplimiento de obligaciones ciudadanas y a disposiciones legales y reglamentarias.
Desde la izquierda se sostiene que este comportamiento es producto e inducción del neoliberalismo, porque le conviene el individualismo, el egoísmo y la consigna de “sálvese el que pueda”, pero las cosas no son tan simples, pues además de ese modelo económico, influye mucho la pobreza de cerca de 60 millones de mexicanos, por lo que sin reducir este fenómeno el ánimo colectivo no cambiará en sentido positivo. Y ese es otro reto descomunal para el nuevo gobierno.