1-Quedó demostrado que carecía de fundamento la campaña del miedo contra López Obrador. El ánimo de los mexicanos es mucho mejor ahora que antes. Hay confianza en el presunto presidente electo, y son muy pocos los que han mostrado mezquindad, como es el caso de Diego Fernández de Cevallos, quien implícitamente acusa de tontos a los electores que le dieron el triunfo al tabasqueño.
2-Andrés Manuel López Obrador hubiera triunfado a la primera, aunque hubiera segunda vuelta electoral. Superó el 53 por ciento y los sistemas electorales con segundas vueltas sólo las organizan sólo cuando el candidato vencedor no llega al 50 por ciento en la primera.
3-Comienza ya a manejarse esa versión de que el resultado de la elección refleja el cansancio de la población con los resultados del gobierno federal y la clase política en su conjunto, pero en particular, en el Estado de México también fue un cobro de facturas de la clase priísta contra su dirigencia nacional, después de todo, durante el sexenio se barrió prácticamente a todos los cuadros valiosos mexiquenses y se les suplió con nombres de los tecnócratas amigos de Videgaray y de Meade. Doble hartazgo mexiquense a favor del tabasqueño.
