Tan malo el pinto como el colorado…ninguno de los institutos que integra la partidocracia que hoy nos gobierna hace honor a sus principios y más de uno ha extraviado el rumbo dejando a un lado el legado de los caudillos de la Revolución que siempre lucharon por el bienestar común, y que hoy a más de 100 años, todavía no se ven los resultados de su afanosa lucha por la tan ansiada justicia social y la democracia.
El resultado de las turbias maniobras de la partidocracia es la debacle que enfrentan que les puede llevar a su extinción. Nadie se llame a sorprendido, porque el PAN durante la “Docena Trágica” perdió la oportunidad de retomar los ideales de Madero, y la enseñanza de Gómez Morín, ni por que el “Renovado PRI” el partido del “Tata Cárdenas” haya extraviado el rumbo propiciando la irritación del pueblo y la polarización. Ni hablar pudiendo retomar sus raíces, los tricolores echaron a la basura todo el legado de sus predecesores. De ellos y solo de ellos es la culpa del desprestigio que pesa sobre sus espaldas y de que la sociedad en pleno haya manifestado su hartazgo ante la impresión de que solo buscan el poder, por el poder mismo.
Ni la ideología de Madero a quien pudieron recurrir Fox y Calderón, ni la ideología de Zapata, Villa, Orozco y Carranza a quien pudieron tomar como estandarte los tricolores y los amarillos, sirvieron para poner en perspectiva el rumbo y el progreso de México. No cabe duda de que todos sus esfuerzos estuvieron encaminados a conseguir el poder a cualquier precio, para después servirse con la cuchara grande y enriquecerse a manos llenas sin el menor pudor y sin el menor recato; pero en esta vorágine de cosas descuidaron lo principal que es el bienestar del pueblo.
El PRD, sigue y seguirá pagando la factura del cochinero recurrente de cada elección interna gracias a los desacuerdos entre las tribus que lo integran, será por ello que se nota descolorido y se difumina paulatinamente; Morena materialmente, se lo engullo. Por su parte los partidos parásitos sin identidad ni ideología no cejaron en su empeño por obtener algún hueso o alguna piscachita dejada por los grandes emulando perfectamente al perro faldero. En estos institutos políticos solo se rolan los puestos de regidores, asesores y representantes de partido entre familiares, compadres y amigos. Caray, ver para creer; en estos tiempos de enanismo político, de falta de creatividad, de voracidad manifiesta, de insensibilidad y gandallismo, se hace necesaria una reflexión y verdadero análisis acerca de los motivos por los que los partidos políticos han extraviado el rumbo y puesto a nuestro país de rodillas, sin poder salir del hoyo.
Este olvido involuntario o maquiavélicamente voluntario ha marcado a la sociedad mexicana hasta hacerse casi inherentes a su naturaleza; los vicios, la corrupción y las conductas antisociales son tan frecuentes que las hemos normalizado y paulatinamente nos acostumbramos a ellas, a tenerlas presentes y a sufrirlas a grado tal que inclusive cuando están ausentes, se extrañan. Las noticias prevalecientes en los medios, reflejan cada vez más la miseria humana, entendida esta, no como la carencia de lo indispensable, sino como la forma vil de apropiarse de lo que no es suyo, pasando por encima de quien sea (inclusive de la mismísima carta magna). Particularmente, no compartimos, ni la visión, ni la idea de nuestros políticos, de dar al pueblo pan y circo, y que lejos de proponer y atacar lo medular, como es la creación de empleos en forma suficiente, abatir el rezago económico y evitar la inmigración, se desgastan en banalidades prácticamente intrascendentes. Más de un político ha manifestado su desconcierto, por la creciente ola de violencia que ya les ha alcanzado, y es que nuestros políticos se han ganado a pulso la desconfianza del pueblo, quien cansado de promesas incumplidas, de prepotencia corrupción, e impunidad, no ha tenido otra alternativa que manifestar su descontento por la vía del sufragio, castigando a sus verdugos.