1-Ocasionan risas las posiciones ridículas de quienes desde las redes sociales siguen atacando al presidente de la República electo, Andrés Manuel López Obrador. En primer lugar, porque en las urnas fracasaron; en segundo, porque el principal afectado por el triunfo electoral del tabasqueño; es decir, quien fuera candidato oficial, José Antonio Meade ya hasta desayunó con AMLO, lo volvió a felicitar por su victoria y le deseó suerte en su gestión, porque eso le convendrá a México; y en tercer lugar, porque los enfurecidos no forman parte de los reducidos grupos económicos poderosísimos que son dueños de la riqueza del país. Es muy probable que quienes desahogan frustraciones personales en las redes no tengan una situación económica holgada ni tienen por qué sentir amenazados sus intereses por el próximo gobierno federal.
2-Los que tienen motivos para preocuparse, independientemente de si son legítimos o no, por el cambio de partido en la presidencia de la República y en el Congreso de la Unión son los periodistas que se hicieron millonarios por el cobro de facturas en esos poderes. El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, ya anunció un recorte importante en el gasto propagandístico a los medios informativos (eso sin tomar en cuenta que muchos cobraban en efectivo). Y si eso hará con las empresas mediáticas, los periodistas en lo personal sencillamente ya no cobrarán al erario, como lo habían hecho siempre. El problema es que ya se acostumbraron a esos grandes ingresos de dudosa legitimidad y, definitivamente, peleados a muerte con la ética. De todos modos les quedan los gobiernos estatales, especialmente los del PRI.
