A un alto porcentaje de los mexicanos le gusta la música tocada por mariachis, y más cuando acompañan a grandes cantes de rancheras, pero parece una frivolidad reunir a estos conjuntos musicales en la Plaza Cívica de la capital mexiquense para romper un “record Guinness”.
Está bien que los concentren y canten, pero sin el objetivo de imponer una marca mundial. Además, el Estado de México ha tenido malas experiencias cuando se superan records.
Durante el sexenio de Arturo Montiel Rojas miles de personas impusieron una marca en plantación de árboles en un ejido de Almoloya de Juárez, pero, como ocurre en todas las plantaciones de las campañas de reforestación, al final sólo sobrevivió el uno por ciento de los árboles involucrados en este esfuerzo colectivo perdido.
También para olvidarse está la marca de llantas usadas, supuestamente para reciclarse, las cuales al final nadie supo dónde quedaron o si solo fueron un pretexto más para hacer negocios particulares con el buen ánimo popular.
Mejor sería que las autoridades buscaran marcas como “la mayor cantidad de bacheo en un día” o “la mayor cantidad de luminarias instaladas en un semestre”, o bueno, cualquier cosa que demuestre que están haciendo de manera super destacada eficiente y admirable lo que se les paga por hacer.
